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El Papa ve la Ciudad de la Amistad de Madagascar, construida en un basurero.

ROMA

El Papa Francisco ha exclamado que “la pobreza no es una fatalidad” durante el discurso pronunciado durante su visita a la Ciudad de la Amistad de la comunidad Akamasoa, una obra fundada en 1989 por el padre Pedro Opeka, sacerdote argentino, miembro de la Congregación de la Misión (padres vicentinos-lazaristas), quien trabaja en Madagascar desde hace más de 30 años.

En medio de un basurero abandonado, el misionero construyó una barriada de chabolas precarias que hoy se han convertido en casas de ladrillos, gracias a la ayuda de la fundación France Libertés y al trabajo de voluntarios solidarios. El Papa ha sido recibido por el padre Opeka, quien lo ha acompañado hasta el auditorium Manantenasoa, donde estaban reunidos unos 8.000 jóvenes, según Vatican News.

Tras escuchar el canto de bienvenida, junto con el discurso del misionero argentino y las palabras de un niño en representación de toda la comunidad, el Papa ha destacado que esta comunidad es “expresión de la presencia de Dios en medio de su pueblo pobre; un Dios que decidió vivir y permanecer en medio de ellos”.

“Al ver sus rostros radiantes, doy gracias al Señor que ha escuchado el clamor de los pobres y que ha manifestado su amor con signos concretos como la creación de esta obra, construida con sus propias manos”, dicho el Pontífice, que ha asegurado que sus gritos de impotencia por vivir sin techo, de ver crecer a los niños en la desnutrición y de no tener trabajo, ante la mirada indiferente de los demás, se han transformado en “cantos de esperanza”.

En este sentido, ha destacado que cada rincón de esos barrios, cada escuela o dispensario son un “canto de esperanza que desmiente y silencia toda fatalidad”. “Digámoslo con fuerza, la pobreza no es una fatalidad”, ha exclamado. Así, el Papa ha recordado que en los cimientos de esta comunidad se encuentra una fe viva que se ha traducido “en actos concretos, capaz de mover montañas”.

También ha querido dedicar unas palabras para los jóvenes de Akamasoa: “No bajen nunca los brazos ante los efectos nefastos de la pobreza, ni jamás sucumban a las tentaciones del camino fácil o del encerrarse en ustedes mismos”. “Ahora les toca a ustedes continuar el trabajo que realizaron sus mayores”, ha subrayado para hacer hincapié en que la fuerza para realizarlo se encuentra en su fe y en el testimonio vivo que sus mayores han plasmado en sus vidas”.

Finalmente, Francisco ha invitando a todos a rezar para que Madagascar logre modelos de desarrollo que privilegien la lucha contra la pobreza y la exclusión social desde la confianza, la educación y el trabajo.

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Por su parte, en sus palabras de bienvenida, el padre Opeka ha subrayado que tras 30 años de trabajo la Ciudad de la Alegría ha conseguido transformar un lugar de “exclusión, violencia y muerte” en un “oasis de esperanza”.

“La pobreza no es una fatalidad, sino la falta de sensibilidad social de los líderes políticos que han dado la espalda a quienes los eligieron”, ha subrayado el religioso argentino, a quien el Papa Francisco conoció en la Universidad de Teología entre 1967 y 1968, tal y como él mismo ha explicado en francés al comienzo de su discurso pronunciado en italiano.

“En aquel entonces a él no le gustaba tanto estudiar pero amaba muchísimo el trabajo”, ha bromeado.

 

Vía Europa Press