Antecedentes
La MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Es practicada casi siempre en menores y constituye una violación de los derechos del niño.
Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
Aunque se concentra principalmente en 29 países de África y de Oriente Medio, la ablación es un problema universal y se practica en algunos países de Asia y América Latina. Además, persiste también en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
Aunque la práctica se ha mantenido por más de mil años, hay motivos para pensar que se puede acabar con la mutilación y la ablación genital femenina en una sola generación. El Fondo para la Población, junto con UNICEF, dirige el programa mundial para acelerar el abandono de la población. El programa se concentra en 17 países africanos y también apoya iniciativas regionales y mundiales.
El 20 de diciembre de 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución A/RES/67/146 , en la cual exhorta a los Estados, al sistema de la ONU, a la sociedad civil y a todas las partes implicadas a seguir observando el 6 de febrero como el Día Internacional de la Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina, y a aprovechar la ocasión para mejorar las campañas de sensibilización y tomar medidas concretas contra la mutilación genital femenina.
En diciembre de 2014, la Asamblea General adoptó sin voto una resolución para intensificar los esfuerzos para la eliminación de la mutilación genital femenina. En ella, se pide a los Estados que desarrollen, apoyen y cumplan estrategias que prevengan esta práctica, incluyendo la formación de personal médico, trabajadores sociales y líderes locales y religiosos para asegurar que dan unos servicios competentes de apoyo y cuidado a las mujeres y niñas en riesgo de sufrir esta mutilación o que ya la hayan sufrido. La resolución también destaca la necesidad de que este asunto se incluya en la agenda del desarrollo posterior a 2015.
Procedimientos
La mutilación genital femenina se clasifica en cuatro tipos principales:
Clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris (órgano pequeño, sensible y eréctil de los genitales femeninos) y, en casos muy infrecuentes, solo del prepucio (pliegue de piel que rodea el clítoris).
Excisión: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin excisión de los labios mayores.
Infibulación: estrechamiento de la abertura vaginal para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris.
Otros: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales externos con fines no médicos, tales como la perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.
No aporta ningún beneficio a la salud, solo daño
La MGF no aporta ningún beneficio a la salud de las mujeres y niñas, sino que la perjudica de formas muy variadas. Como implica la resección y daño del tejido genital femenino normal y sano, interfiere con la función natural del organismo femenino.
Entre sus complicaciones inmediatas se encuentran el dolor intenso, choque, hemorragia, tétanos, sepsis, retención de orina, llagas abiertas en la región genital y lesiones de los tejidos genitales vecinos.
Las consecuencias a largo plazo pueden consistir en:infecciones vesicales y urinarias recurrentes;quistes; esterilidad;aumento del riesgo de complicaciones del parto y muerte del recién nacido;
necesidad de nuevas intervenciones quirúrgicas, por ejemplo cuando el procedimiento de sellado o estrechamiento de la abertura vaginal (tipo 3 mencionado anteriormente) se debe corregir quirúrgicamente para permitir las relaciones sexuales y el parto. A veces se vuelve a cerrar nuevamente, incluso después de haber dado a luz, con lo que la mujer se ve sometida a aperturas y cierres sucesivos, aumentándose los riesgos inmediatos y a largo plazo.
Aunque la práctica de la ablación no puede justificarse en razones médicas, en muchos países se ejecuta por profesionales de la medicina cada vez de forma más asidua, lo que constituye una amenaza para el abandono de esta práctica. Un estudio reciente muestra que el 18% de las mutilaciones en las niñas y las mujeres han sido practicadas por profesionales de la salud y en algunos países este porcentaje alcanza el 74%.
Población en riesgo
Los procedimientos de MGF se practican en la mayoría de los casos en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años, y ocasionalmente en la edad adulta. En África, cada año unos tres millones de niñas corren el riesgo de sufrir MGF.
En el mundo hay unos140 millones de mujeres y niñas que sufren las consecuencias de la MGF. Se calcula que en África se han sometido a MGF aproximadamente 92 millones de niñas de 10 años o más.
Estas prácticas son más frecuentes en las regiones occidental, oriental y nororiental de África, en algunos países de Asia y del Oriente Medio.
Causas culturales, religiosas y sociales
Las causas de la MGF consisten en una mezcla de factores culturales, religiosos y sociales existentes familiares y comunitarios.
Cuando es una convención social, la práctica tiende a perpetuarse por la presión social a adaptarse a lo que hacen los demás y a lo que se ha venido haciendo tradicionalmente.
La MGF se considera a menudo parte necesaria de la buena crianza de la niña y una forma de prepararla para la vida adulta y el matrimonio.
La MGF suele estar motivada por creencias acerca de lo que se considera como un comportamiento sexual adecuado, relacionándose los procedimientos con la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial. En múltiples comunidades se considera que la MGF reduce la libido femenina, ayudando a la mujer a resistirse a los actos sexuales “ilícitos”. Por ejemplo, cuando se estrecha o cubre la abertura vaginal (procedimiento de tipo 3), se dificulta físicamente que la mujer tenga relaciones sexuales prematrimoniales. Posteriormente se necesita un doloroso procedimiento para reabrir la vagina y permitir el coito.
La MGF a menudo está motivada por creencias acerca de lo que se considera un comportamiento sexual adecuado, vinculándose esos procedimientos con la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial. En muchas comunidades se considera que la MGF reduce la libido femenina, ayudando así a la mujer a resistirse a los actos sexuales “ilícitos”. Por ejemplo, cuando se estrecha o cubre la abertura vaginal (procedimiento de tipo 3), se cree que el miedo al dolor si se reabre o el miedo a ser descubiertas desalientan aún más las relaciones sexuales «ilícitas» en las mujeres a las que se les ha aplicado ese tipo de MGF.
Aunque no hay escritos religiosos que prescriban la práctica, quienes la llevan a cabo suelen creer que tiene un respaldo religioso.
Los líderes religiosos adoptan diferentes posiciones con respecto a la MGF: algunos la fomentan, otros la consideran irrelevante para la religión, y otros contribuyen a su eliminación.
Las estructuras locales de poder y autoridad, como los líderes comunitarios y religiosos, los circuncidadores e incluso parte del personal médico, contribuyen en algunos casos al mantenimiento de la práctica.
En la mayoría de las sociedades la MGF se considera una tradición cultural, argumento que se utiliza a menudo para mantener su práctica.
En algunas sociedades, la adopción reciente de esta práctica está relacionada con la imitación de las tradiciones de grupos vecinos. A veces ha comenzado como parte de un movimiento más amplio de resurgimiento religioso o tradicional.
En algunas sociedades la MGF se está introduciendo en nuevos grupos desplazados hacia zonas donde la población local la practica