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Celebran Miércoles de Ceniza con precaución por coronavirus

CIUDAD DEL VATICANO.

El Vaticano se aprestaba a realizar los ritos del Miércoles de Ceniza que inician la temporada de Cuaresma de la Iglesia católica, pero en otras partes de Italia se cancelaron las misas por temor al coronavirus, y otros países católicos tomaron precauciones.

En Filipinas, el único país asiático de mayoría católica, los sacerdotes echaban cenizas sobre la cabeza de los fieles en lugar de hacerles la marca de la cruz en la frente para evitar el contacto físico.

En el Vaticano, Francisco realizó su audiencia general habitual en la Plaza de San Pedro, en la que rezó por los enfermos del virus y por el personal médico que los atiende.

Algunas de las miles de personas en la plaza usaba cubrebocas para protegerse del virus, que se originó en China y ha infectado a miles en el mundo, incluidas más de 300 en Italia.

Francisco besó a un niño al recorrer la plaza en su papamóvil y estrechó las manos de los fieles en la primera fila. También saludó a los prelados con apretones de manos, pero la mayoría se abstuvo de besar el anillo o abrazar al Papa como se hace habitualmente.

“Quiero expresar nuevamente mi proximidad con los que padecen el coronavirus y los trabajadores de la salud que los atienden, así como las autoridades civiles y todos los que trabajan para ayudar a los pacientes y detener el contagio”, dijo Francisco.

En las próximas horas, el pontífice oficiará la misa del Miércoles de Ceniza en una iglesia romana, una procesión y rito que inicia el periodo de Cuaresma, 40 días de ayuno y penitencia hacia la Pascua.

El patriarcado de Venecia canceló la misa en la Basílica de San Marcos después que algunos ancianos en la ciudad lacustre dieron positivo para el virus. La región circundante del Véneto tiene el segundo foco más numeroso del mal en Italia.

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En Filipinas, el padre Victorino Cueto, rector del concurrido santuario de la Madre del Perpetuo Socorro en la metrópoli de Manilo, dijo que se optaba por esparcir la ceniza sobre las cabezas de los fieles para impedir el contagio, pero que en realidad era una tradición basada en el Antiguo Testamento.