SÍDNEY.
El cielo se oscureció y cayeron cenizas ayer en el sureste de Australia, devorado por incendios que han dejado 24 muertos y han expulsado a miles de personas de sus hogares.
Ayer se registraron nuevas temperaturas récord superiores a los 40 °C y fuertes vientos que avivan los más de 230 incendios forestales que devoran el país desde hace cuatro meses.
La mayoría de estos focos están fuera de control.
La primera ministra de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, advirtió que las peores hipótesis previstas “se estaban cumpliendo”.
“Estos fuertes vientos y estas temperaturas elevadas” tendrían que seguir por la noche, señaló el jefe de los bomberos de este estado, Shane Fitzsimmons.
Sídney alcanzó temperaturas récord, con 48.9 ºC registrados en Penrith, un suburbio del oeste de la ciudad.
Las autoridades advirtieron que podrían producirse cortes en el suministro energético en la mayor urbe de Australia, ya que el fuego ha destruido líneas de transmisión eléctrica.
En Canberra, el termómetro llegó a 44 ºC, una cifra también sin precedente, según un portavoz de los servicio meteorológicos australianos.
En el sudeste del país, la región más poblada, se declaró el estado de emergencia. El viernes se había dado la orden de evacuar a más de cien mil personas de tres estados.
El primer ministro, Scott Morrison, llamó a tres mil reservistas militares para su despliegue.
“Permite tener a más hombres en el terreno, más aviones en el cielo, más barcos en el mar”, declaró Morrison, muy criticado por la forma en la que está gestionando esta crisis.
Desde el inicio de la temporada de incendios en septiembre, al menos 24 personas han muerto, según el primer ministro.
Otras decenas están desaparecidas y más de mil 300 casas fueron devastadas.
El fuego también fue mortíferos para la vida silvestre y destruyó casi todo el parque nacional de Flinders Chase, en Kangaroo Island.
vía excelsior