Ciudad de México.- La nueva Presidencia, que habrá de iniciar el 1 de diciembre de 2018, tiene enormes retos por enfrentar y resolver. Terminaron las campañas, y al reduccionismo que caracterizó a las propuestas que escuchamos le debe seguir la construcción de diagnósticos precisos, la reflexión mesurada sobre los cambios que deberán implementarse en las estrategias y programas hasta ahora vigentes y, sobre todo, el pleno compromiso de justicia y seguridad con una población que clama por paz y tranquilidad.
Entre las múltiples agendas que tiene pendientes nuestro país se encuentra la de la violencia contra las mujeres y, en particular, la violencia feminicida, ante la cual hará falta mucho más que acabar con la corrupción institucional para erradicarla, sobre todo considerando que la mayoría de los perpetradores son conocidos, parejas o exparejas de las mujeres que son asesinadas en razón de género.
Una cruel tendencia
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), entre el año 2015 y el mes de mayo del 2018 se tiene registro de 2018 casos de feminicidios en todo el país. En efecto, en el 2015 se contabilizaron 420 casos; en el 2016 la cifra creció a 621 feminicidios, es decir, 33.3% más que el año previo. En el 2017 el indicador se fue a su máximo histórico con 708 casos, es decir, 13% más que en 2016, pero 68.2% más que en 2015. Entre enero y mayo de este año la cifra registrada es de 269 casos, cifra que representa el 40% de la registrada en 2017, pero equivalente al 56% del total de los registrados en 2015.
Frente a estas cifras debe tenerse siempre cautela, pues se trata de carpetas de investigación, cuya integración depende siempre del criterio del Ministerio Público, por lo que es posible que el subregistro de casos sea importante, pero imposible de dimensionar estadísticamente.
Las entidades con más casos
La distribución territorial de casos de feminicidios en el país muestra diferencias notables entre estados. En números absolutos, el Estado de México aparece como el primer lugar nacional en el número de casos, con 207 en el periodo señalado de enero del 2015 a mayo del 2018. Al respecto, sin minimizar la problemática, debe tenerse en cuenta que también es la entidad más poblada del país.
En segundo lugar se encuentra Veracruz, con una suma de 206 casos, es decir, sólo 1 caso menos que el Estado de México, pero con una población casi 50% menor a la de la primera entidad, por lo que la tasa de feminicidios debe asumirse como exponencialmente más alta en esa entidad, en los últimos tres años.
En tercer sitio se encuentra Oaxaca, con una suma de 167 casos; de manera notable, esta entidad muestra la necesidad de mejorar los diagnósticos pues no se tiene claridad, por ejemplo, respecto del origen étnico de las mujeres víctimas de feminicidio; y menos aún, de su condición socioeconómica.
En cuarto lugar se ubica la Ciudad de México, con 162 casos. Se trata de una suma muy elevada; y muestra que aún en la capital del país, en donde se asume que hay mayores capacidades para la protección de los derechos de las mujeres, la violencia de género sigue siendo una problemática que exige, como en el resto del país, la transversalización de la perspectiva de género en todas las políticas y programas públicos, reto en el cual el nuevo gobierno deberá dar pasos agigantados desde el 1 de diciembre.
En quinto lugar de esa bochornosa lista se encuentra Sinaloa, con 157 casos en el periodo señalado; le sigue Jalisco con 156; Chiapas con 111, Sonora con 94; Morelos con 83; Tabasco con 74; Nuevo León con 70; Guanajuato y Puebla con 55 cada uno de ellos; y Guerrero, con 53.
En el agregado, las cifras de que se dispone permiten estimar que, entre 2015 y hasta mayo del 2018, el promedio diario de feminicidios es de 1.6 (asumiendo por supuesto que las personas no pueden fraccionarse); lo cual permite dimensionar la magnitud de este tipo de violencia en el país.
Métodos sádicos
De acuerdo con los datos del SNSP, de los 2018 feminicidios perpetrados entre enero del 2015 y mayo del 2018, en 479 casos (23.73% del total) se tiene registro de que la lesión mortal fue cometida con arma de fuego; en 383 casos más /18.97% del total), el feminicidio fue cometido con arma blanca; mientras que en mil ocho casos, la lesión o lesiones fueron cometidas “con otro elemento”. En este caso, esa indeterminación llama también a la indignación, pues de acuerdo con especialistas en el tema, en ese capítulo se encuentran: “golpes”, “golpes con objetos pesados”, “ahorcamiento”, y otros métodos y formas de agresión que evidencian la saña con que son asesinadas las mujeres.
En ese apartado, el relativo a “otro elemento” como “agente causante” del feminicidio, Veracruz ocupa el primer lugar, con 200 casos; en segundo lugar, está el Estado de México con 130; en tercer sitio se ubica la Ciudad de México con 123 casos; en cuarto aparece Jalisco con 66; y en quinto Chiapas, con 58 casos.
Fuente/Excelsior