Tan sólo 18 pesitos bastan para que los estudiantes de secundaria puedan “armar la fiesta” cargada con dos o tres litros de las famosas “aguas locas”. Comprando “un cuartito” de un licor de agave de bajo costo y un sobre para agua de frutas, los menores de 14 años beben la mezcla de baja calidad que los lleva al estado etílico.
Por eso la tragedia que envuelve al niño de 12 años, Luis Eduardo, quien chocó un auto en Tláhuac vinculado con el consumo de alcohol, no es un hecho aislado en la Ciudad de México.
La ingesta de bebidas alcohólicas entre alumnos de secundaria es cada vez más frecuente.
El 50.8 por ciento de los estudiantes que aún no cumplen ni 15 años ha probado alguna bebida alcohólica, mientras que 11.6 por ciento confesó que en el último mes (de cuando los encuestaron) habían ingerido cinco o más copas en una sola ocasión, por lo que ya se cataloga como un consumo excesivo.
Así lo revela el Panorama Actual del Consumo de Sustancias en Estudiantes de la Ciudad de México elaborado por primera y única vez por el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA) y el Instituto Nacional de Siquiatría Juan Ramón de la Fuente Muñiz, en el que advierten sobre la alarmante disminución de edad en la que los estudiantes de la CDMX empiezan a tomar bebidas alcohólicas.
Sí tenemos una reducción de edad de inicio, sí preocupa que empiezan a tener acceso al alcohol a los 12 años y aunque en los últimos tres años hemos reforzado las campañas, no podemos decir que todo está resuelto y hay que insistir en los hogares en que no les den facilidades para probarlo”, aseveró la directora general del IAPA, Rosario Tapia Medina.
La encuesta levantada en 2014 es la única en su tipo y es la más reciente que existe, pues este 2018 el IAPA contemplaba elaborar la segunda, pero por un recorte presupuestal este año no se realizará.
De acuerdo con los datos del estudio, la ingesta es variada, desde la típica cerveza hasta las famosas latas de bebidas alcohólicas preparadas y los conocidos coolers, así como tequila o ron, pero también cocteles que ellos mismos preparan con licores baratos hechos con químicos de baja calidad y que combinan con bebidas energizantes o con polvos para aguas de sabores a frutas.
“Es fácil comprarlos siempre y cuando ya te conozcan. Los de tienditas que ya nos conocen nos venden a escondidas, porque no en todos los lugares podemos pedir alcohol”, reveló Javier de tan sólo 14 años, quien cursa el segundo grado en una secundaria de Coapa.
Él todavía es un niño de acuerdo con la clasificación de edades que hace el Consejo Nacional de Población (Conapo), pero ya sabe lo que es sentirse borracho.
Fue en la fiesta de XV años de mi prima, ahí sí se me subió cañón, pero mis papás no me regañaron porque estábamos entre familia”, recordó y despreocupado, agregó: “Cuando lo hago en fiestas familiares no tengo problemas, porque me dicen que debo aprender para que no lo haga en otros lados”.
Pero el problema es que Javier también ha consumido bebidas alcohólicas fuera del ambiente familiar. Con sus amigos de la secundaria preparan “aguas locas” que consiste en la mezcla de un sobre de agua de naranja, mandarina o de cualquier sabor con aguardiente de la planta del mezcal con químicos baratos que lo hacen fermentar rápido.
Pero también han probado “pitufos”, elaborado con el mismo licor de agave, refresco de toronja y bebida energizante color azul para que le dé el nombre que la bebida sugiere. “Ésos salen baratos y nos gustan. Estos cuates son bien borrachos”, lanzó a a sus amigos el estudiante de segundo de secundaria al ser entrevistado por Excélsior.
La directora del IAPA advirtió que, en muchos casos, el acceso al alcohol empieza dentro de los mismos hogares. Los papás son permisivos, recurren a la excusa de “que es mejor que aprendan en casa para que no lo hagan a escondidas sin saber que eso es llevarlos de la mano a que lo hagan dentro y fuera de la casa”, criticó.
El estudio que hizo el IAPA en 2014, levantando encuestas entre 477 mil 69 estudiantes de secundaria de las 16 delegaciones de manera aleatoria, reveló que 31.3 por ciento de los alumnos menores de 14 años dijo haber probado una bebida alcohólica, mientras que 22.3 por ciento dijo que había ingerido bebidas alcohólicas y 10.8 por ciento tomó más de cinco vasos de alcohol llegando a emborracharse.
Sobre el mito de que sólo los jóvenes de menos recursos son los que ingieren alcohol, la directora del IAPA aclaró que el consumo de bebidas alcohólicas no respeta clases sociales. No es que solamente los menores de 14 años de zonas más pobres de la CDMX tengan acceso y las consuman, también ocurre en los estratos sociales altos, pues mientras vivan inmersos en situaciones disfuncionales, buscarán probar el alcohol.
El consumo de sustancias atraviesa todas las clases sociales; los sectores empobrecidos son más vulnerables por la falta de expectativas, por la violencia, por la pobreza, pero en los niveles económicos más altos hay familias disfuncionales y tienen mayor acceso y disponibilidad, por lo que el consumo también es alto”, alertó la funcionaria.
Los datos indican que 49.3 por ciento de los alumnos varones de secundaria alguna vez ha probado bebidas alcohólicas, mientras que el 52.3 por ciento de las mujeres también lo ha hecho.
Y aunque el promedio es similar en las 16 delegaciones, 59.5 por ciento de los estudiantes de Coyoacán y 56 por ciento de los alumnos de la Magdalena Contreras son los que lideran la prevalencia de haber probado bebidas alcohólicas, aunque sea por experimentar.