Familias completas, se unieron al festejo, la plazuela lucia como hace diecisiete años, varias carpas con meses y sillas rodeaban la plazuela, así como hieleras con cerveza, agua y refrescos, incluyendo la comida, todo fue totalmente gratuito, para todos los asistentes, a quienes no siquiera le importó que los sorprendiera la lluvia, pues así continuaron el baile en Ajoya para celebrar a su patrono San Ignacio de Loyola.
La iglesia lució diferente, el jardín de la misma, la cancelería, así como las puertas y parte del interior, fueron totalmente renovadas, el domingo el párroco Arturo Gallardo Vela, como cada año, ofició la misa, y celebró bautizos, en su sermón dijo estar muy contento por esta celebración que vino a recordar los tiempos de antaño, y dijo confiar en las cosas en esta sindicatura que por varios años estuvo golpeada por la violencia, las cosas continúen mejorando por el bien de los habitantes y visitantes.
Todo fue algarabía, y hasta nostalgia, pues presentes estuvieron personas oriundas del lugar que desde que salieron hace varios años, no habían podido retornar, comentarios positivos se escuchaban, como por ejemplo, el gran cambio que ha tenido la sindicatura, que incluye la fachada de las viviendas que lucen nuevos colores, el remozamiento de la plazuela, su capilla, pero sobre todo la rehabilitación de varias viviendas que se encontraban derruidas y que daban un aspecto de abandono mezclado con tristeza.
Estos días quienes nacieron en Ajoya, pero que por algún motivo tuvieron que salir, se reencontraron con su pasado, al recorrer las viviendas donde crecieron, y tuvieron una infancia feliz, y aún con nostálgicos, dijeron estar muy contentos de volver a este lugar y ver cómo se encuentra cambiado, algunos hasta se motivaron en reparar sus casas para regresar, tal vez no a vivir, sino a pasar algunas vacaciones.
Sin duda alguna, los habitantes están luchando porque su querido pueblo que vivió sus mejores años de gloria antes de la llamada matanza de Ajoya sucedida el 10 de mayo del 2002, vuelva a ser el mismo, que la ganadería resurja y la economía fluya, como en aquellos tiempos, que nadie tenía que emigrar por falta de fuentes de empleo o por la pobreza.
“La verdad es un gusto enorme, ver esta gran fiesta, nos visitaron personas que tenían muchos años que no lo hacían, familias completas de pueblos cercanos, todos como una gran familia, compartiendo historias anécdotas, tal vez no fue como hace tiempo, porque muchos pueblos cercanos desaparecieron y ellos también asistían, pero esperemos que poco a poco, haya quienes deseen retornar, nada sería más bonito que eso” expresó Pilar el síndico del lugar.