Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.
El Cártel de Sinaloa es una de las empresas más rentables del mundo, que opera en todos los continentes y que no necesita una cabeza visible para funcionar: su líder, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán ha sido apresado tres veces en 15 años y su emporio, lejos de perder control, ha crecido en los últimos años.
Opera en 17 estados mexicanos y domina al menos cinco de ellos: Baja California norte y sur, Durango, Sinaloa y Yucatán; controla el mercado estadounidense; envía cargamentos a Canadá, Australia, Europa, África y Asia; tiene capacidad de mover dos toneladas de cocaína y 10.000 toneladas de marihuana por mes.
También produce, transporta y distribuye metanfetaminas y heroína a través de una red de producción en México y de distribución en todo el mundo.
El resultado: un negocio valorado en tres mil millones de dólares que sobrevive a la ausencia de sus líderes: uno que permanece prófugo -Ismael ‘Mayo’ Zambada- y El Chapo Guzmán.
El viernes Guzmán fue recapturado luego de que se escapara por segunda vez de un penal de máxima seguridad del país: la primera vez en enero de 2001, cuando huyó del penal de Puente Grande, en el occidental estado de Jalisco; y la segunda en julio de 2015, cuando se fugó de la prisión de El Altiplano, en el Estado de México. Tras la última captura, ocurrida en febrero de 2014, se especuló sobre las afectaciones que tendría la ausencia de Guzmán en su organización delictiva, pero las cifras sólo confirmaron su autonomía.
Descrito como la “organización de trasiego de drogas más grande y poderosa del hemisferio occidental” el Cártel de Sinaloa nació en la década de los 80, la misma época en que nacieron los hijos de Guzmán Loera, quienes asumieron el control simbólico de la organización por órdenes de su padre durante su reclusión en El Altiplano, aunque el mando en realidad está en manos de Ismael Zambada en ausencia de Guzmán.