* Consume un mexicano 160 litros al año, casi medio litro diario
* Se incrementan entre 1 y 2.5% anual los fallecimientos prematuros
* Llaman expertos y el gobierno a transformar el entorno familiar
Juan R. Hernández / GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- “Estamos frente a una generación en la que los padres podrían enterrar a sus hijos por enfermedades prevenibles”, advirtió en entrevista con Diario Basta, Agustín Lara Esqueda, especialista del Centro de Educación en Diabetes y Autocontrol en Colima. Su declaración no es una exageración: la mortalidad prematura asociada al consumo excesivo de azúcar crece entre 1 y 2.5% cada año, principalmente por infartos, embolias y complicaciones derivadas de la diabetes tipo 2.
México ocupa los primeros lugares en consumo mundial de refrescos, con un promedio superior a los 160 litros por persona al año —casi medio litro diario—. Esta ingesta desmedida no es solo un hábito cultural, sino una amenaza estructural que compromete la salud pública y la estabilidad del sistema sanitario.
“Cada sorbo de refresco puede ser un regalo o una deuda para tu salud. Tú decides qué cuentas quieres pagar en el futuro”, advierte Lara Esqueda quien recordó que el impuesto a bebidas azucaradas implementado en 2014, aunque bajo, logró reducir el consumo en 4.2 litros per cápita, lo que representó 200 mil casos menos de diabetes y más de 20 mil infartos evitados. “Una política de salud puede salvar vidas y reducir gastos”, subrayó.
Mientras cada mexicano gasta en promedio 5 mil pesos al año en refrescos, el Estado destina más de 80 mil millones para atender complicaciones de la diabetes. Lara estima que esa cifra podría reducirse hasta en 7% con medidas sostenidas de prevención. Pero advierte: “El gobierno no puede obligar a nadie a hacer ejercicio ni a elegir mejor; es un tema cultural y de responsabilidad individual”.
La Dra. Anali López, especialista en nutrición deportiva, complementa: “No es lo mismo tomar refresco ocasionalmente que usarlo como única fuente de hidratación”. Dejarlo puede reducir inflamación celular, mejorar la microbiota y favorecer la pérdida de peso, pero los beneficios reales surgen al cambiar hábitos: ejercicio, sueño adecuado y alimentación variada.
El debate se intensificó este 2 de septiembre, cuando el secretario de Salud, David Kershenobich, habló de la “herencia” del consumo de refrescos en México. “El contagio es social, porque se reproduce una mala costumbre”, afirmó. También alertó sobre los efectos del azúcar en la salud mental: dependencia, alteraciones del ánimo y riesgo en niños y adolescentes.
“No cambies vida por bebida”, concluyó. El llamado es claro: transformar el entorno familiar, reducir el acceso a bebidas azucaradas y promover alternativas saludables para evitar que la próxima generación enfrente una epidemia silenciosa desde la infancia.