Ciudad de México.- Sin el poder de Los Pinos, sin el carisma ni la popularidad que tuvo antes y sin el respaldo de Televisa –la empresa que la promovió para ser la “imagen” del Estado de México y luego la promovió para ser la esposa de Enrique Peña Nieto–, Angélica Rivera, “La Gaviota”, está en busca de un guion para restaurar su dañada imagen tras el derrumbe del simulacro del romance y matrimonio del expresidente.
Desde mediados de este año, la relación entre ambos naufragaba ya entre la derrota político-electoral del 1 de julio y los rumores de divorcio. El 2 de agosto, Enrique Peña Nieto redactó en sus cuentas de Facebook e Instagram este mensaje de felicitación a su esposa, mientras él vacacionaba en Punta Mita, Nayarit:
Más que cercanía, el texto sugería una despedida. Para nadie en el entorno íntimo de Peña Nieto y Rivera era ya un secreto la distancia física, política y emocional entre la pareja.
Rivera ha intentado “vender” su biografía como primera dama lo mismo para una casa editorial que para la plataforma online Netflix. Versiones de esta compañía indican que la exprimera dama le propuso al director Manolo Caro, creado de La Casa de las Flores, que dirigiera una serie sobre su vida.
Paradojas del mundo de la farándula: Manolo Caro es el mismo joven que dirigió a Verónica Castro, excuñada de Angélica Rivera, en su retorno a la pantalla con la Casa de las Flores, estrenada en agosto de este año, tras casi una década de “veto” a la protagonista de telenovelas mundialmente famosas, como Los Ricos También Lloran.
Verónica Castro dejó de aparecer en la pantalla de Televisa cuando se atrevió a a cuestionar en la revista Hola! la apresurada anulación matrimonial de Angélica Rivero y su hermano, el productor Alberto “El Güero” Castro. Años después, en febrero de 2016, Proceso y Aristegui Noticias documentaron la trama eclesiástica y política que le permitió a la actriz de Televisa simular una boda en la catedral de Toluca.
Farsa
El simulacro llegó a tal grado que aquella “boda del año” entre Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto, realizada en la catedral de Toluca el 27 de noviembre de 2010, en realidad sólo fue “una bendición”, según confió a sus colaboradores cercanos el obispo de Atlacomulco, Juan Odilón Martínez, quien concelebró esta misa que se hizo pasar como matrimonio.
Desde antes de dejar la Presidencia, Peña Nieto y Angélica Rivera protagonizaron los últimos momentos de “arrepentimiento” y gratitud, en medio de la documentada lejanía entre ambos.
En entrevista con Denise Maerker, Peña Nieto confesó que se arrepentía de “haber involucrado” a Angélica Rivera “porque creo que a ella le dejó también un mal sabor de boca. La Casa Blanca fue “un tema” que ha sido “difícil de superar en todo este tiempo. Sigo pensando que no hubo un conflicto de interés”.
La historia de esta telenovela política no tuvo final feliz ni para él ni para ella, pero la exestrella de Televisa aún anda en busca de un guion para restablecer una imagen que difícilmente pueda separarse de tragicomedia sexenal.
A fuerza
Las últimas apariciones de Angélica Rivera fueron acartonadas, casi obligatorias, como la ceremonia del Grito de Independencia del pasado 15 de septiembre, cuando ambos aparecieron por última vez en el balcón central del Palacio Nacional, acompañados de sus hijos.
Ausente
El 27 de noviembre, en su brindis de despedida para el gabinete, los encargados del protocolo modificaron el plan original: se retiró la invitación a los cónyuges. Angélica Rivera estuvo ausente.