Es un trastorno de ansiedad en el cual la persona presenta ataques repetitivos de intenso miedo de que algo malo le va a ocurrir.
Normalmente cuando nuestro cerebro percibe un peligro, automáticamente se detona una respuesta primitiva conocida como “huida o lucha” es un mecanismo de protección que nos prepara para la supervivencia. Por ejemplo, imagina que vas caminando relajado por la noche en una calle oscura y de repente te sorprende un perro ladrando, tu primera reacción será fisiológica, sentirás palpitaciones rápidas, sudoración, aumento de la frecuencia respiratoria, tensión muscular, etcétera, debido a que nuestro cerebro percibió un peligro real y nos prepara para afrontarlo.
En un ataque de pánico esta alarma se dispara sin ningún motivo aparente, la persona empieza a sentir las reacciones fisiológicas primitivas, por lo que no sabe que le está ocurriendo, surgen pensamientos catastróficos como el miedo a que le dé un infarto, miedo a desmayarse, o incluso a morir.
El miedo es tan grande que todos los síntomas físicos se alteran aún más y la persona tiene la sensación de perder el control de sí mismo.
Estas crisis son tan desagradables que muchas personas que sufren un ataque por primera vez tienen miedo a que se repita y esto incrementa su ansiedad lo que las hace más susceptibles a más crisis entrando en un círculo vicioso.
Las personas que padecen este trastorno con frecuencia cambian su comportamiento y desempeño en el hogar, el trabajo o la escuela, evitan salir de casa por temor a que ocurra una crisis e interfiere en sus relaciones sociales, autoestima o dinámica de la vida cotidiana.
Si tú estás pasando por esto o conoces a alguien que lo padece, has acudido a urgencias y han descartado otro trastorno médico, estas frente a un trastorno de pánico o crisis de ansiedad, la buena noticia es que existen altas probabilidades de superarlo.
Acércate a un psicoterapeuta cognitivo conductual y/o a un psiquiatra para tratamiento farmacológico, la mayoría de las personas con este padecimiento mejoran si se realiza un tratamiento correcto.
Primero que nada es importante reconocer la necesidad de ayuda y saber que es un padecimiento común. Entender que el peligro no es real y que la vida no corre ningún peligro aunque lo parezca. ¡Puedes recuperar tu vida y disfrutarla al máximo!