El organismo es una gran empresa que requiere energía para poder realizar sus funciones en cada uno de sus departamentos (órganos y sistemas).
El estómago secreta la hormona grelina, que es la encargada de estimular el hambre. Esta hormona es la que delimita nuestro apetito, pues el efecto que tiene en nuestro organismo es inmediato, apareciendo altas concentraciones de la misma cuando tenemos hambre, y bajas cuando no tenemos ganas de comer, de tal manera que hoy se sabe que literal, cuando el estómago se quedó vacío, grelina predispone a los diferentes órganos del aparato digestivo para la digestión de los alimentos, el vaciamiento gástrico dura aproximadamente entre tres y cuatro horas.
Es importante que mantengamos los niveles de grelina en niveles normales, para ello simplemente bastará con no pasar grandes periodos de tiempo sin ingerir alimento, ya que otro factor importante es la disminución de la glucosa, que es el combustible del organismo.
Por ello lo ideal es repartir las comidas y darles el carácter de un medicamento para plantearnos el horario.
Considerando esto desde que nos ponemos en marcha al levantarnos, no debe pasar más de una hora para cargar el primer combustible (desayuno) a las tres horas el siguiente combustible, hasta finalizar la jornada, por tanto el número de tomas de alimentos lo determinara el horario en que nos levantemos.
Un truco fisiológico para controlar los niveles de grelina en el momento de cada tiempo de comida es la preparación inicial de lo que incluiremos; por ejemplo, en el desayuno y cena podríamos tomar un licuado de fruta combinado con cereal: licuado de avena con melón de base agua, esta precarga provee al estómago la ocupación de espacio suficiente para incidir en los niveles de grelina para que al seguir con la otra parte del tiempo de comida, por ejemplo un sándwich de pollo, logremos comer una ración adecuada, esto es porque teóricamente los niveles de grelina descendieron y comimos lo justo.