MÉXICO.- La lactancia materna es algo tan normal como caminar y que, por tanto, no necesitamos pruebas que justifiquen sus beneficios antes de promoverla o, sobre todo, de protegerla de peligrosas injerencias. Al contrario, es necesario que los vendedores de sustitutos de la leche materna (o, en su caso, del acto de caminar) aporten sólidas pruebas de su seguridad, sobre todo si tenemos en cuenta que, hoy por hoy, la norma es no amamantar. También el sedentarismo es la norma, lamentablemente.
¿Es seguro alimentar a un niño con sustitutos de la leche materna? Lo cierto es que gracias a importantes avances científicos y a la estricta legislación que regula los sucedáneos de leche materna, no encontraremos grandes diferencias (tal vez ninguna) entre unos cuantos niños amamantados y otros tantos no amamantados. De ahí que no tenga sentido asustar (y mucho menos condenar, culpabilizar o tachar de “mala madre”) a una mujer que no da el pecho a su hijo. En todo caso, si ampliamos la lupa sí hallaremos grandes diferencias.
Hoy sabemos que por cada 597 mujeres que amamantan de manera óptima se podría evitar una muerte materna o infantil, dado que la lactancia puede proteger tanto a las madres (por ejemplo, del cáncer de mama o de ovario) como a sus hijos (por ejemplo, de infecciones graves). El dato proviene de unos cálculos publicados por la doctora Melissa Bartrick y sus colaboradores en enero del presente año en la revista científica Maternal & Child Nutrition. Consideraron “amamantar de manera óptima” que los bebés fueran amamantados durante un mínimo de un año, y recibieran durante los seis primeros meses solo lactancia materna de forma exclusiva. La lactancia materna exclusiva es aquella en la que no se incorporan alimentos o líquidos diferentes de la leche materna en la dieta del bebé.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria o el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría, aunque coinciden en recomendar la lactancia materna en exclusiva hasta los seis meses, consideran que los bebés y niños deberían estar un mínimo de dos años tomando el pecho. Por desgracia no es algo fácil de llevar a cabo en nuestro medio, como se indica más adelante.
En la investigación recién citada también leemos que el costo de las bajas tasas de lactancia materna asciende a 3.000 millones de dólares en gastos médicos, a 1.300 millones en gastos no médicos y a 14.200 millones de dólares a causa de muertes prematuras, tan solo en Estados Unidos. Quizá para evitar que alguien les tachase de sensacionalistas, estos investigadores subestimaron de forma deliberada el impacto de la lactancia materna sobre la salud, así que probablemente el impacto negativo de no amamantar a escala poblacional sea mayor. Tanto es así que bastantes investigadores prefieren no citar los beneficios de la lactancia materna sino los riesgos de la lactancia artificial, de igual manera que tiene más sentido enumerar los riesgos del sedentarismo que los beneficios del ejercicio físico. (Fuente: El País)