Esta realidad persiste en los hogares mexicanos: la otra mujer… y más tarde, “la casa chica” con sus hijos. Él asume una postura cómoda, que al final es bastante estresante; sobre todo cuando la sexualidad se equilibra y llegan los hijos con una serie de obligaciones: luz, agua, renta, biberones, escuela, etcétera; y el problema se vuelve doble: doble gasto de luz, doble de agua y renta… y ahí se acabó el encanto.
Hay hombres capaces de buscarse una tercera mujer que al final se sumará a esta montaña de problemas, y ella misma será una víctima, igual que los demás. Pero los más afectados, serán la esposa original y todos los niños. Ellos verán desde un cristal cómo se derrumba su hogar y después, cómo pervive pegoteado con lágrimas, pleitos, rencores, celos y otros muchos sentimientos negativos, derivados de esta compleja situación tan recurrente en nuestro ambiente. La única solución, como en todo, es la prevención: evítalo. (Gaby Del Valle/Quintana Roo Hoy)