Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.
Ethan Couch, un estadounidense conocido como “el joven con afluenza”, fue detenido en Puerto Vallarta, Jalisco,. La Policía lo halló junto a su madre, Tonya Couch, de 48 años, y los entregó a las autoridades de Estados Unidos.
Así informó Dee Anderson, el sheriff del condado de Tarrant, en Texas. Y es que el adolescente, de 16 años, estaba en busca y captura por haber infringido su libertad condicional.
Esa fue la pena que le impuso un tribunal de Texas en 2013, después de que atropellara y matara a cuatro personas e hiriera a otras nueve. El incidente tuvo lugar en junio de ese año. Couch conducía su camioneta a 110 kilómetros por hora en una calle cuya velocidad máxima permitida es de 65. Además, su porcentaje de alcohol en sangre era tres veces superior a lo que en Texas se considera índice de embriaguez. Ante esto, el fiscal pidió para Couch 20 años de prisión. Sin embargo, fue hallado culpable de homicidio involuntario por intoxicación y sentenciado a 10 años de libertad condicional.
La juez Jean Boyd aceptó como atenuante el principal argumento de la defensa: que el joven —entonces de 13 años— sufría afluenza, “la enfermedad de los niños ricos”. Pero, ¿de qué se trata?
Fue el psicólogo clínico Dick Miller el que reforzó el argumento de la defensa, al testificar a favor de Couch, explicando que el acusado, miembro de una familia acaudalada, era víctima de unos padres irresponsables que lo habían malcriado.
De acuerdo al psicólogo, los padres de Couch dejaron que prácticamente se criara solo, sin ninguna regla ni límite, y jamás lo castigaron. Como ejemplo, contó que le habían regalado la camioneta a los 13 años, a pesar de que ya había tenido problemas con la ley. Poco antes la Policía lo había encontrado con una adolescente inconsciente y semidesnuda en el vehículo. Pero no enfrentó ningún juicio por ello, y sus padres tampoco lo sometieron a castigo alguno. Como consecuencia de ello, el experto aseguró durante el juicio que Couch sufría “afluenza”, una condición por la que no era capaz de medir ni entender las consecuencias de sus actos.
El supuesto padecimiento no está reconocido por la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos ni ningún otro ente oficial. Tampoco está incluído en ninguna versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés), la Biblia de los psicólogos y psiquiatras, ni se enseña sobre él en las facultades de psicología.