Que el “leggin no es pantalón”, eso es lo que han dicho los asesores de moda desde que esta prenda se popularizó por allá en los años 80. “Siguiendo la estela de la oleada de los aeróbicos, la lycra empezó a popularizarse y a influir en la moda. Nunca antes un tejido había realzado tanto el cuerpo. La mujer de los ochenta podía salir a la calle simplemente con unos leggins y un body”, cuenta Charlotte Seeling en su libro Moda, el siglo de los diseñadores.

Los leggins son pantalones ajustados de material elástico en diversos colores, estampados y materiales. Para Ita María Díez, consultora de Worth Global Style Network (Wgsn por sus siglas en inglés, empresa que trabaja en pronósticos de tendencias globales), la premisa de que un leggin no es un pantalón está comenzando a ser revaluada.

“Hoy en día los leggins terminan cumpliendo la función de pantalones, eso es innegable, el tema es cómo se usa ya que es una silueta exigente que exhibe las formas femeninas y en eso las mujeres deben estar muy conscientes al usarlos”.

ESTILO DEPORTIVO CHIC

La ropa, que antes se pensaba solo para hacer ejercicio, ha tenido una entrada vehemente en el universo global de la moda. Gracias a esta tendencia es ahora muy común ver tenis con vestidos, las chaquetas biker muy al estilo universitario con pantalones y tacones y las camisetas también deportivas acompañando faldas midi.

Por eso el uso de los leggins podría validarse como pantalón, siempre y cuando cumplan algunas condiciones básicas de uso para que su apariencia no desentone con el resto del atuendo.