De acuerdo al doctor Hanson, los seres humanos estamos propensos a pensar de forma negativa, esto se debe a que nuestros ancestros debían prestar más atención a las amenazas que a las recompensas como parte de su supervivencia.

El neurólogo describe el cerebro como “un velcro para las experiencias negativas y un teflón para las experiencias positivas”.

Aquí una respuesta del por qué al final del día tenemos la tendencia a recordar lo que salió mal, en vez de todas las cosas buenas que nos sucedieron.

Las experiencias positivas sí pueden permanecer en nuestros recuerdos, pero para que esto suceda deben estar por un periodo más amplio en nuestro consciente.

Hanson propone tres sencillos pasos para registrar las experiencias positivas en la memoria y poco a poco convertir los estados mentales positivos en rasgos:

1. Detecta buenos momentos y conviértelos en experiencias positivas. Presta atención a las cosas buenas de tu mundo y dentro de ti. Incluye eventos positivos como saborear de un buen café o recibir un cumplido inesperado. Se trata de tomar la decisión de disfrutar y ser feliz. Recomienda hacerlo como mínimo seis veces al día. Puedes hacerlo como parte de tu vida cotidiana o en momentos de reflexión.

2. Disfruta de la experiencia. La mayor parte del tiempo una buena experiencia es bastante sutil, trata de permanecer enfocado en ella durante 20 o 30 segundos en vez de distraerte en otra cosa.

3. Internaliza la experiencia. Permite que esa sensación se absorba en tu cerebro y cuerpo. Visualiza la experiencia como si esta sensación se instalara en tu pecho o en alguna parte de tu cuerpo. Puedes imaginar que la guardas como un cofre del tesoro en tu corazón.

Cada vez que hagas estos ejercicios harás una pequeña diferencia, pero con el tiempo esas pequeñas diferencias se sumarán y tejerán experiencias positivas en la estructura de tu cerebro y en tu personalidad.