Después de la supervivencia física, la comunicación es la más básica y vital de nuestras necesidades. Incluso para conseguir su sustento, los seres humanos han necesitado ya desde tiempos prehistóricos entenderse y cooperar los unos con los otros por medio de la comunicación interpersonal.
La familia es la primera escuela donde aprendemos cómo comunicarnos.
La forma como aprendemos a comunicarnos en nuestra familia de origen determinará cómo nos comunicamos con los demás. Por ejemplo, si el niño comienza aprendiendo gestos y tonos de voz de sus padres y hermanos, se comunicará a través de ellos.
La relación entre comunicadores y el contexto en el que se desenvuelven influyen en la interpretación del contenido, esto repercute en la forma en que los niños aprenden su manera de emocionarse y de pensar; esto significa que cada familia enseña a través de la forma de comunicarse, su estilo particular en valores, forma de pensar y mirar al mundo.
“Un padre que siente por sus hijos un gran amor, pero que no es capaz de expresarlo, corre el riesgo de que sus hijos interpreten esa incapacidad como la prueba de que es un mal padre”.
Lo que cada uno de nosotros pensamos es muy importante, pero no suficiente para desarrollar una buena comunicación. Lo realmente importante es la capacidad de transmitir mensajes, pensamientos y sentimientos. No solo se establece comunicación mediante palabras. En realidad, las palabras apenas representan el siete por ciento de la capacidad de influencia de las personas. Eso no quiere decir que las palabras no sean importantes; sin embargo hay que considerar que el tono de voz y el lenguaje corporal representan el treinta y ocho y cincuenta y cinco por ciento respectivamente.
Cuanto más se educa a un niño a través de las palabras, menos comunicativo llega a ser. Su capacidad de comunicación, en la práctica, se limita a las palabras y por ello, su poder de influir en los demás al siete por ciento.
La comunicación es un arte y una ciencia. La palabra, el tono de voz, los gestos, el contexto, todo se integran en el mensaje que transmitimos.