Por décadas se ha medido en kilogramos de masa corporal total (peso) este vinculado al Índice de Masa Corporal (IMC), sin embargo hoy día está plenamente demostrado que esto puede ser subjetivo, ya que es el tejido adiposo (grasa) el que está en demasía en este padecimiento y en decremento el compartimento de masa muscular, la báscula típica no lo evalúa, por tanto, podríamos tener pacientes que puedan ir perdiendo peso corporal, con base en la utilización como energía, la reserva de masa muscular y esto pudiera ocasionar gran alegría a la persona, pero desafortunadamente lo único que esté perdiendo sea su salud.

Para poder evaluar el éxito del tratamiento, hoy la ciencia nos aporta la impedancia bioeléctrica, que nos permite monitorear cómo se encuentran estos sustratos de músculo y grasa, donde la grasa debiera ir disminuyendo y la masa muscular, manteniendo sus valores e inclusive en aumento.

La medición de la cintura y la cadera nos da vital información sobre la utilización del tejido adiposo.

Otra manera de medir el éxito son los parámetros biológicos, medidos en milímetros de mercurio en el caso de la presión arterial y en miligramos por decilitro en el caso de los bioquímicos.

Aun así estos datos no conforman por sí solos el éxito del tratamiento de la obesidad. Hoy se tiene claro que la meta verdadera es la mejora de la calidad de vida y por consiguiente la esperanza de vida de las personas, más que los números de una báscula o datos biológicos.

“La salud es vital”.