CIUDAD DE MÉXICO.- Con la llegada de las vacaciones estivales y las actividades en el exterior, sobre todo en el campo, aumentan las posibilidades de sufrir una picadura de insectos que puedan transmitirnos una enfermedad. Supuestamente, esto fue lo que le ocurrió a un varón de 74 años, que falleció la pasada madrugada del 8 de agosto en el Complejo Asistencial de Ávila, a causa de la fiebre Crimea Congo, una infección vírica que se puede transmitir a través de la picadura de una garrapata infectada.
Según ha informado la Consejería de Sanidad a través de un comunicado, el paciente participó a finales de julio en una actividad cinegética (caza) en la localidad de Helechosa de los Montes (Badajoz), lugar donde se sospecha que pudo recibir la picadura. Días después manifestó fiebre elevada y un cuadro clínico que, a pesar de los esfuerzos del equipo sanitario que le atendió, le condujo a la muerte. Tras confirmarse el fallecimiento por esta enfermedad, por protocolo Sanidad mantiene en observación a más de un centenar de personas que han podido estar en contacto con el fallecido o la garrapata.
Las garrapatas son ácaros que se alimentan de sangre para poder completar sus ciclos biológicos. Los humanos somos hospedadores accidentales, es decir, no es habitual que suframos su picadura, pero sí puede ocurrir cuando invadimos su hábitat o cuando éstas invaden nuestras casas por la proximidad de algunos animales.
Suelen encontrarse en zonas de campo, caminos y, sobre todo, en lugares de paso de animales. Se encuentran en los tallos de las plantas y cuando pasa un posible huésped, se agarran a él. Por ello, “se aconseja transitar por caminos y pistas y no tumbarse en la hierba. Las garrapatas no saltan ni se desplazan, y se necesita contacto directo para que se enganche a nuestro cuerpo. Lo hacen con la parte anterior, que se parece a un arpón con varias hileras de dientes”, señala el doctor Joaquim Castellà, miembro del departamento de Sanidad y Patología Animal de la facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, que, junto a los laboratorios Ferrer, ha elaborado una guía para prevenir las picaduras de garrapata.
En España, existen más de 20 especies de garrapatas de las cerca de 900 especies identificadas a nivel mundial. Pueden estar infectadas por una amplia variedad de patógenos: desde la enfermedad de Lyme, a la encefalitis (TBE) y la fiebre hemorrágica Crimea-Congo (FHCC), una enfermedad grave que no cuenta con vacuna para prevenirla y cuyo tratamiento consiste en la administración de retrovirales.
“Esta infección está transmitida, mayoritariamente, por la garrapata del género ‘Hyalomma‘. Pero es importante recordar que, ni todas las garrapatas son capaces de transmitir una enfermedad, ni todas las de este género pueden provocarnos la fiebre Crimea Congo. Para que ocurra, debe estar previamente infectada y tener suficiente carga viral para inocularnos el virus”, explica el doctor Ramón Cisterna, presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS)
Esta patología no solo se transmite por la picadura. “Al igual que el ébola u otras enfermedades más comunes en nuestro país como la hepatitis, la fiebre Crimea Congo tiene un alto nivel de contagio, ya que se puede transmitir por el contacto con la sangre o fluidos del enfermo”, añade el especialista en microbiología.
Según el informe de 2017 del Ministerio de Sanidad sobre la situación de la fiebre hemorrágica Crimea Congo en nuestro país, se han confirmado casos de garrapatas con el virus en animales silvestres capturados en las Comunidades Autónomas de Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid. “Desde el año 2010 tenemos conocimiento de la presencia de este virus que se sospecha que ha llegado desde África a través de aves migratorias o ganado importado. En 2016 se confirmaron los dos primeros casos de la fiebre hemorrágica Crimea Congo: un varón y la enfermera que le atendió”, recuerda el experto.
Si sales al campo. Ten precaución, sobre todo, en zonas de riesgo como lugares por donde transitan animales. Es preferible que vayas por pistas y caminos, y evites estirarte sobre la hierba.
Ropa. Es aconsejable que sea clara, para ver mejor las garrapatas ya que, al ser éstas oscuras, se podrán distinguir. Intenta que la ropa vaya ajustada a muñecas y tobillos y, como calzado, lleva botas.
Si te pica. Hay que extraerla cuanto antes utilizando pinzas de punta fina y sujetándola por la parte anterior. Luego la extraeremos lentamente, asegurándonos de que no ha quedado nada dentro. Tras la extracción, hay que limpiar y desinfectar la zona.
No las pinches. Tampoco se deben impregnar con aceite o vaselina o aplicar fuentes de calor. El estrés que le genera puede favorecer que la garrapata ‘vomite’ y la inoculación de más patógenos.
Tampoco se debe aplastar con las manos porque los patógenos que transportan nos pueden infectar por las mucosas. Si no sabemos cómo retirarla, es conveniente que acudamos a un centro sanitario para que nos la retire.
Cómo deshacerte de ella. Si lo hacemos nosotros, una vez extraída, hay que tirarla a un desagüe, pegarla con cinta adhesiva y tirarla a la basura, o introducirla en una bola de algodón impregnada con alcohol. Ante la duda, la podemos introducir en un bote con alcohol y llevarla a un centro sanitario si es necesario.
El presidente de la AMYS insiste en que hay que mantener la calma y que, tomando medidas de precaución podemos prevenir su picadura. También recuerda que la picadura de una garrapata no significa que vayamos a enfermar. Sin embargo, sí es conveniente que, tras ella, consultemos al médico si sufrimos fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, fatiga, dolor muscular o la aparición de eritemas, escaras y exantemas en la piel.
“Esto tampoco significa que hayamos contraído la fiebre Crimea Congo. De hecho, la manifestación de esta enfermedad, cuyo periodo de incubación va de los tres a los trece días, se produce de forma súbita y provoca fiebre intensa que puede superar los 40ºC, así como dolor de cabeza y de abdomen muy fuerte”, indica el doctor Ramón Cisterna. También puede producir afectación hepática, renal o pulmonar. La mortalidad puede llegar al 40%.