La sonda Solar Probe Parker, una misión de la NASA enviada a estudiar el Sol el pasado 12 de agosto, ya ha pasado a la historia tras arrebatarle al satélite germano-estadounidense Helios 2 su hito: Parker es el objeto creado por la humanidad que más cerca ha estado nunca del Sol, tal y como señala la agencia espacia estadounidense en un comunicado de prensa.
En abril de 1976, Helios 2 se acercó a 26,6 millones de millas (43 millones de kilómetros) del astro rey. Sobre las 18:04 hora española (13:04 EDT) del pasado 29 de octubre, la sonda solar Parker superó ese récord y, de hecho, los ingenieros de la NASA esperan que la próxima semana atraviese la corona del Sol, es decir, su atmósfera externa, y sobrepase los 15 millones de millas (24 millones de kilómetros), volviendo a pulverizar el récord conseguido.
No obstante, Parker no se quedará ahí, seguirá en movimiento. Así pues, podremos ver cómo este satélite se quitará a sí mismo este récord una y otra vez hasta situarse a tan solo 3,83 millones de millas (6,16 millones de kilómetros).
Hace 80 días desde que este satélite comenzara su misión, pero en este poco tiempo ya ha pasado a la historia. Y no una, sino ya dos veces. Y si todo marcha según lo planeado por la agencia espacial estadounidense, no será la única vez que Parker marque hitos.
Es más, el segundo hito ocurrió este mismo martes y no tiene que ver con la distancia con el Sol sino con la velocidad. Fue también Helios 2 la que batió este récord y, ahora, la sonda solar Parker vuelve a vencer. Helios 2 estuvo en órbita heliocéntrica en 1976, alcanzando una velocidad máxima de 246,960 kilómetros por hora. Ayer mismo, Parker superaba esa velocidad.
En órbita geocéntrica, Parker también va a romper otro récord en su última vuelta cuando alcance los 692,017 km/h, según tiene planeado la NASA. Sin embargo, no sabremos si ha llegado (o no) a cumplir las expectativas de los ingenieros hasta 2025, cuando se espera este momento.
Parker, la única sonda que lleva el nombre de un investigador aún vivo, es una misión que tiene tres objetivos principales: “Estudiar el calentamiento de la corona -la capa más externa de nuestra estrella- respecto de la superficie solar y encontrar los mecanismos que producen el viento solar y las eyecciones de masa coronal“, explicó antes del lanzamiento David Lario, investigador español del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que ha participado en el diseño de la misión.
Está previsto que la misión dure siete años, aunque se empezarán a recibir datos científicos a principios de diciembre, según las previsiones de la NASA. Debido a la proximidad del astro a la que llegará, tiene un escudo térmico y un sistema de refrigeración que mantendrá los instrumentos a una temperatura óptima para que pueda funcionar a pesar de la cercanía con el Sol. Dentro del satélite, tras el escudo y el sistema de refrigeración, la temperatura oscilará entre 30 y 40 grados centígrados.
Cortesía: HiperTextual