Hoy todos los niños tienen smartphones, ¿verdad? Bueno, casi todos. La edición de 2015 de la Teens, Social Media & Technology Overview del Pew Research Center muestra que el 73% de los adolescentes de 13 a 17 años tiene smartphone o acceso a uno. La estadística podrá no sorprender, pero una encuesta reciente de Nielsen muestra que hasta el 34% de los niños de 10 años tiene un plan de servicio de smartphone.
Muchos de ustedes tienen hijos que recorren el mundo desde la palma de la mano. Tomen las siguientes medidas para que los smartphones de los niños sean seguros y ustedes no pierdan la cordura.
Fijar horarios sin tecnología
La mitad de los adolescentes en una encuesta de Common Sense Media admitió sentirse adicta a sus dispositivos. A veces, los jóvenes (y los adultos) simplemente no tienen la disciplina que hace falta para limitar su uso de celulares. Los padres pueden ayudar. Fijen horarios específicos donde no se pueda usar pantallas. Una posibilidad sería una hora tras regresar de la escuela, o por la noche, cuando pongan a cargar los celulares (si lo hacen en el cuarto de los padres, mejor todavía). Elija horarios realistas y hágalos respetar.
Fijar zonas sin tecnología
Otra forma sencilla de limitar el uso de smartphones es ordenar que no se puedan usar en ciertas partes de la casa. La mesa a la hora de la cena o el coche son dos posibilidades. Muchas madres y padres prohibieron el uso de celulares en los baños, una forma excelente de evitar que los niños los usen tarde por la noche.
Sepa las contraseñas
Asegúrese de que sus hijos compartan sus contraseñas con usted. Esto justificará una buena charla íntima sobre por qué los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos a usar la tecnología de forma segura. Explíqueles que mientras ellos aprenden a navegar por el mundo digital, sus padres podrían hacer inspecciones puntuales de vez en cuando para asegurarse de que todo ande bien en el mundo de los smartphones.
Estar al tanto de lo que hacen los niños
Nada como tener la consciencia tranquila por saber que un hijo está volviendo a casa cerca del horario límite o que llegaron a salvo a la casa de un amigo. Charlen con ellos sobre por qué ustedes deben saber dónde están. Insistan con que eso hará que ellos reciban menos mensajes de texto molestos. Usen la aplicación de Apple Buscar amigos y que cada hijo comparta su ubicación con ustedes desde su celular (esto se puede fijar de manera permanente pasando por la sección de Privacidad en Configuración). La tienda de Google Play también cuenta con muchas buenas aplicaciones para Android con ese mismo propósito. Find my Friends es una buena y gratuita para probar.
Permiso para descargar
Los niños bajan y borran aplicaciones todos los días. Para los padres, resulta casi imposible mantenerse al tanto sin ayuda de la tecnología de avanzada. La función En Familia del iPhone (Configuración – [su nombre] – En Familia) pide el permiso del organizador de la familia para que un hijo pueda comprar o descargar algo. Los usuarios de Android pueden hacer lo mismo con la aplicación Play Store (Menú – Cuenta – Familia – Administrar biblioteca familiar).
Estar en las redes sociales que usan
Después de investigar una red y autorizar a sus hijos a usarla, los padres también deben crear una cuenta allí. La mejor forma de entender las glorias y los peligros de cualquier aplicación es usándola. Así, los padres podrán vigilar qué publican sus hijos y sus amigos sin ponerse invasivos. Una encuesta de Common Sense Media hecha en 2017 reveló que la mayoría de los adolescentes que usan Facebook son amigos de sus padres en esa plataforma, pero no tanto en otras redes, como Instagram, Snapchat o Twitter.
Predicar con el ejemplo
Hace un par de años, unos investigadores les preguntaron a adolescentes qué normas de tecnología les impondrían ellos a sus padres si pudieran. Las respuestas más populares pueden resultar difíciles de leer. Uno pidió que los padres y madres estén presentes en vez de quedarse mirando pantallas. Otro quería que ellos tuvieran intereses que no involucraran pantallas. Si les imploramos a nuestros hijos que tengan vidas fuera de la pantalla, debemos predicar con el ejemplo.Si no lo hacemos, sería razonable que nos vieran como tecnohipócritas.