“Eres un desarrollador y has invertido las últimas dos semanas, o quizá algo más, en crear esa fantástica app. ¿Y cuál es tu sueño? Tu sueño es hacerla llegar a cada usuario de iPhone y con suerte les encantará y la comprarán, ¿verdad? Eso hoy no es posible. Los desarrolladores, la mayoría de los desarrolladores, no disponen de ese tipo de recursos. Incluso los grandes desarrolladores lo pasan mal para hacerlas llegar a cada usuario de iPhone. Vamos a solucionar ese problema para todos los desarrolladores, desde los grandes a los pequeños. La forma en la que vamos a hacerlo es lo que nosotros llamamos la App Store”.
Así era como Steve Jobs daba a conocer en 2008, hace algo más de diez años, la tienda de aplicaciones que hoy todos consideramos indispensable en el día a día con el iPhone. Pocos meses más tarde, el día 10 de julio, justo una década atrás, la tienda de aplicaciones llegaba de manera pública a los iPhone y iPod Touch de los usuarios de 62 países con la versión 2.0 de iOS. Una andadura que se iniciaba con apenas 500 aplicaciones y que a día de hoy aglutina ya más de 2 millones de ellas.
Hablar de la App Store es hacerlo de una aplicación que cambió para siempre la concepción que el usuario tenía del teléfono y, más adelante, la que las propias empresas tenían. Ya lo adelantaba Apple la pasada semana: nadie, ni siquiera ellos, podría haber imaginado entonces el impacto que terminaría teniendo para el día a día y la interacción con los dispositivos.
Un comienzo espectacular
Si lo que bien empieza, bien acaba, la App Store cuenta con unos precedentes envidiables. Los primeros meses tras su lanzamiento fueron un completo éxito, consiguiendo 10 millones de descargas en apenas un mes y 1.000 millones tras nueve meses de disponibilidad. Las 500 apps originales ya se habían transformado en 50.000 para el mes de junio de 2009, once meses después del lanzamiento.
Un arranque que permitía augurar el excelente futuro que le esperaba a la tienda de aplicaciones con el paso de los años y que estuvo posibilitado en gran medida por las premisas con las que fue lanzada. Ningún desarrollador tendría que pagar nada por hacer disponible su aplicación de manera mundial en el servicio, ya fuera esta gratuita o de pago, y Apple establecía un ratio de beneficios donde el 70 % de lo generado con la aplicación iba a parar a la cuenta del desarrollador de manera mensual.
Un primer atisbo del ingente negocio en el que se acabaría convirtiendo, algo que daría el paso primeramente a pequeños estudios de desarrolladores y, no mucho más tarde, a empresas y compañías de desarrollo que vieron el tremendo potencial de la App Store como vía de negocio. En hacer de las transacciones algo más sencillo jugó un papel importante que Apple aprovechara para este servicio los datos de pago de los usuarios de iTunes, de manera que no debían de ser introducidos de nuevo en la tienda de apps, eliminando la fricción que podía suponer.
Todo ello llevó a que en junio de 2010 Apple lograra el primer gran hito del App Store: haber entregado más de 1.000 millones de dólares a los desarrolladores como consecuencia de la recaudación de las aplicaciones. Ocho años más tarde, en junio de este mismo año, la empresa anunciaba que esa cifra ya había ascendido a los 100.000 millones de dólares. Todo un negocio que vive en la actualidad su mejor momento tanto para desarrolladores individuales como para compañías y estudios independientes.
Haciendo caso a las necesidades de los usuarios
La App Store en 2008 poco tenía que ver con lo que conocemos ahora, no existiendo buena parte de los elementos que ahora consideramos habituales como, por ejemplo, las compras in-app o las suscripciones. Cambios que fueron llegando durante los siguientes años y que supusieron un cambio radical en la concepción de la tienda.
Apple no permitía entonces que los desarrolladores pudieran ofrecer pruebas gratuitas de las aplicaciones (algo que ha cambiado hace apenas unas semanas), lo cual derivó en muchos casos en la creación de versiones etiquetadas como Lite o free–que a muchos les sonarán– de las mismas con características más reducidas, que iban desde juegos con solo una o dos misiones (sí, te estoy mirando a ti, GTA: Chinatown Wars… Lite) a toda suerte de apps con las principales características notablemente recortadas. Esto cambió en 2009 con la llegada de un modelo implantado ahora de manera extensiva en la App Store: las aplicaciones freemium, a las cuales se les sumaría más tarde Game Center para terminar de dar sentido al espacio de juegos en el móvil.
De esta manera, las aplicaciones gratuitas y las que contaban con compras in-appcomenzaron a reinar en la App Store, dejando de lado aquellas que ofrecían una única compra para obtener la totalidad de las funciones. Estas, que han seguido presentes hasta hoy, parecen estar repuntando en términos de ventas durante los últimos tiempos, pero la realidad es que los listados de aquellas que más ingresos generan están dominados de manera constante por las que ofrecen compras dentro de la propia app y una descarga inicial gratuita.
Un modelo que precedió a las suscripciones, que terminaron por llegar dos años más tarde para completar un abanico de posibilidades en el que los desarrolladores pudieran sentirse cómodos a la hora de elegir el modelo de negocio que querían implementar en su app. Hicieron acto de presencia en un momento muy propicio, además, con el App Store expandiéndose a los 155 países en los que está presente a día de hoy y con la aparición por vez primera de la aplicación de Quiosco. Aplicación, por cierto, que aunque ya ha desaparecido, podría volver a la vida muy pronto.
Por el camino llegaron también funciones a iOS sin las cuales no podría entenderse el uso de aplicaciones actual como es el simple hecho de poder agruparlas en carpetas o la multitarea. Esto último fue recibido no sin ciertas limitaciones (la multitarea que se ofrecía no era tal en el sentido de la palabra al que se estaba acostumbrado, sino que se limitaba a posibilitar una serie de acciones en segundo plano como la reproducción de música, obtención de localización o alertas de alarmas), pero fue un paso ingente para reforzar el peso de las aplicaciones.
Refinando lo que ya era bueno
Con iOS 5 Apple decidió llevar a cabo otro de esos movimientos sin los cuales no sería posible concebir el iPhone a día de hoy y que está ligado de manera directa a las aplicaciones: la introducción del Centro de Notificaciones. Aunque las notificaciones push estaban presentes en el sistema desde iOS 3, a la compañía de Cupertino aún le llevó dos versiones darse cuenta del tremendo caos que suponía no disponer de un lugar en el que tener todo agrupado de manera que se pudiera comprobar de un vistazo cuáles eran las apps que requerían de atención por una u otra razón. Además, se modificó la forma en la que eran mostradas, pasando de aparecer en mitad de la pantalla a mostrarse de manera breve en la parte superior del terminal, algo que se ha conservado hasta la actualidad.
Algo más de tiempo ha tardado Apple en darse cuenta de que el Centro de Notificaciones no era sinónimo de reducción del caos en su totalidad. El debate que ha existido desde entonces acerca de cómo mejorarlo se ha mantenido presente hasta el pasado mes de junio, cuando se conoció otro de los grandes pasos en este apartado. Me refiero, por supuesto, a la capacidad de agrupar las notificaciones por aplicación que llegará a todos los dispositivos con iOS 12, la siguiente versión del sistema operativo que se estrenará oficialmente en septiembre.
La búsqueda del refinamiento de la App Store y del sistema en general llegó a su culmen con iOS 7 y su rediseño general del sistema para desterrar para siempre el hasta ahora omnipresente skeumofirsmo y adoptar el diseño plano. Con el nuevo aspecto de todo cuanto el usuario veía llegó también una App Store más visual que supuso el primer paso de lo que Apple terminaría completando el pasado año con iOS 11: una tienda de aplicaciones llamativa, que ofrece más información útil al usuario y que va más allá de conformarse con ser un mero almacén de apps.
Entre medias también llegaron pequeños cambios que han influido ciertamente en triángulo que forman la App Store, los desarrolladores y los usuarios. Los Widgets, el funcionamiento de Siri con aplicaciones de terceros, las notificaciones enriquecidas para poder interactuar con ellas sin tener que entrar en la app en cuestión o los accesos rápidos a las mismas mediante acciones de 3D Touch son buena muestra de ello.
La App Store del futuro
En 2018, la App Store se ha posicionado como uno de los pilares principales para Apple, convirtiéndose en un engranaje indispensable para la experiencia de usuario con sus productos. Una tienda de aplicaciones que ha evolucionado mucho a lo largo de los años y se ha ido adaptando a las nuevas tendencias y requerimientos para poder ofrecer soluciones que eran impensables cuando comenzó su andadura con apenas medio millar de apps en 2008.
Con un potencial enorme, que abarca desde los ámbitos del juego o la productividad hasta la salud personal o la accesibilidad para personas con necesidades específicas, la App Store cumple una función que se ha traducido en la mejora de la vida de millones de personas alrededor del mundo. Lo que aguarda en el futuro es algo que solo el tiempo puede desvelar, aunque ya se intuye que la realidad aumentada puede ser el siguiente gran escalón en la concepción de una tienda de aplicaciones que tiene en la evolución su principal razón de existencia.