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“Se me aflojó la calaca”

No cabe duda que estoy “puñaleando”, público querido, dador de amor y cariño a su vez, resulta que ayer fue la última función de esta temporada de El Tenorio cómico y la verdad me pasaron muchas cosas.

Mi vida ha cambiado diametralmente desde que soy papá y la verdad es que me he vuelto muy jotón, por casi cualquier cosa lloro, todo me emociona, como señora gorda, todo me conmueve, así que uno de mis sueños era que mi hija viera a su asqueroso padre en escena, que viera y viviera lo que es el teatro, la disciplina teatral, que respirara lo que es andar en los camerinos, subir escaleras a oscuras entre telares y telones, que llegara el traspunte a darnos las llamadas, que viera lo que yo vivo cuando van desfilando los más grandes comediantes por mi camerino, porque algún día, se llegue a dedicar a esto o no, sé que me lo va a agradecer porque es una oportunidad que no tiene cualquiera, vivir y respirar el fantástico y encantador mundo del teatro, el mejor y con los mejores.

Primero a Michaela la tenían sentada en una de las piernas del teatro, es decir, los laterales por donde entran los actores y se quedaba viendo asombrada cómo entraban los actores vestidos de superhéroes a escena y cómo estaban actuando, claro está que cuando me tocaba entrar a escena a mí, la niña no me quería soltar y quería que la cargara, tuve que hacer de tripas corazón y pasársela a su madre, ya estaba empezando a berrear porque la dejé, pero ya cuando me vio entrar a escena, la veía yo de reojo cómo aplaudía y se emocionaba, por lo que yo emocionado, en escena se me llenaban los ojos de lágrimas de la maldita emoción, se me aflojaba la calaca de verla ahí, entre cajas aplaudiéndole al asqueroso de su padre, la niña disfrutó la obra y a su papá de principio a fin y al terminar fui por ella y por Íñigo para que salieran conmigo a dar las gracias, mi Michaela, agarrada de la mano de su padre, entró por su propio pie, dando sus pasitos ante el monstruo de las mil cabezas, ustedes no pueden imaginar la emoción que sentí, tenía ganas de soltarme llorando delante de todos, mi hija pisando por primera vez un escenario de la mano de su papá. Sí, muy puñal ¿y qué? He dicho.

Publicado por
Redacción Quintana Roo