Sentado en una hoguera calcinante desde este rincón del averno, les escribo y a su vez les saludo, ahora les traigo de chile, de mole y de manteca, todo lo que pasa en esta danza de fuego que es el medio artístico y les comento que hace unos días, justo un día antes de que cerráramos esta exitosísima temporada de El tenorio cómico, tocaron a mi puerta en el camerino y era nada más ni nada menos que mi queridísimo y admirado de tantos años don Manuel “Loco” Valdés, que llegó a platicar conmigo, ¡imagínense ustedes el honor! Se sentó, hasta le invité un vodkita y empezamos a charlar, parecía una entrevista porque yo quería saber todo de una persona que quiero y admiro tanto como don Manuel, me contó de su infancia, de cómo se querían todos los hermanos Valdés, Tin Tan, don Ramón, El ratón y El loco, cabe mencionar que también tiene una hermana que afortunadamente aún vive y dice don Manuel que es la mayor, como me lo dijo en tono de broma, ya ni sé si creerle o no, pero siempre, entre sus hermanos se llevaron estupendamente y se apoyaron, pues todos, a excepción de su hermana, se dedicaron al ambiente artístico, me contó anécdotas con Tin Tan y con don Ramón verdaderamente maravillosas; me contó de las mujeres que tuvo en su vida, me platicó de sus hijos, de todos. Que creo que son 14 y ahí donde lo ven, los visita a todos, hasta a Marcos Valdés, que vive en EU, me contó de lo bien que se lleva con Cristian, de cómo perdió hace años a algunos de sus hijos y me contó por supuesto del quiste que le extrajeron de la frente y de cómo lo mandaron a analizar, y con ese sentido del humor maravilloso, glorioso que le caracteriza, reírse del resultado, un quiste maligno que le tendrá que ser terminado de extraer en unos días, pero me lo cuenta con una gracia que de verdad es admirable, ojalá todos tuviésemos ese sentido maravilloso del humor, por eso ha llegado a los 86 años con ese vigor, con esa lucidez y con esa simpatía. Imaginen que me dice: “el doctor, señor Bisogno me dijo que era extraíble lo que tengo, pero que el peor de los casos, si no se llegara a controlar, podría yo durar unos ocho años, imagínese qué buena noticia señor Bisogno. Yo que sin enfermedad pensaba durar dos años, esta enfermedad me dio una esperanza mayor de vida”. He dicho.