CANCUN, Quintana Roo.- Además de sufrir por el intenso calor y fuerte ruido que generan los motores de vehículos del trasporte público y privado, malabaristas, limpiaparabrisas, porristas, vendedores ambulantes y hasta agentes de la Policía de Tránsito se juegan la integridad y la vida a todas horas en las peligrosas calles y cruceros de Cancún.
“Los choferes andan a las carreras todo el día y quieren pasar los semáforos lo más pronto posible. La desesperación, el calor y hasta sus problemas personales los hacen conducir de manera temeraria, sin importarle que muchos de nosotros nos encontremos entre los ríos de coches. La verdad hay que tener valor para andar en esto”, aseguró Esperanza, vendedora de llaveros y suvenires.
Entre el congestionamiento vehicular podemos encontrar a un sinnúmero de niños, jóvenes y personas mayores haciendo de todo y vendiendo toda clase de productos para llevar sustento a sus hogares, aunque a lo largo de su complicada jornada tengan que sortear “laminazos”, faltas de respeto y otras dificultades que se presentan en esta temeraria jungla de asfalto.
“Pues sí es bastante complicado trabajar en la vía pública, porque la mayoría de la gente no nos respeta, por el contrario, piensa que estorbamos a la circulación, que somos bandidos o que representamos un mal social… Algunos te tratan mal o hasta te insultan, pero pues hay que aguantar porque no hay otra forma de comer”, señaló don Julio, vendedor de flores. (Francisco Robles/Quintana Roo Hoy)