En mi vida creo que he tenido mi atractivo, sobre todo para los delincuentes, y no crean que porque sea yo muy pudiente o alguna cosa similar, porque mi romance con el hampa empezó cuando era pobre, es más, mi primer asalto, cuando tenía como unos 16 años, fue abordo de un microbús, por allá por el rumbo del Metro Camarones.
A mí la pobreza me ayudó, porque traía una cangurera que les abrí a los rateros y cuando vieron que solo traía un cepillo, una loción de imitación de esas de las de perfumería del Centro, no me quitó nada, es más, le vi ganas de echarme uno de a veinte para que me ayudara yo con mis pasajes.
Mi segundo atraco lo viví en el dentista, tal como lo oye usted: llegué a hacerme una limpieza dental en el consultorio de la mamá de una amiga, que lo tenía en su propia casa; me abrió un fulano y me dijo que pasara, cuando paso al consultorio, me percato que hay varias personas pecho tierra; yo creí que era algún tipo de meditación para pasar con el dentista, pero no, resulta que me sacan un tremendo revólver y me dicen: “A ver, güero, esto es un asalto, y ponte como ellos”, luego nos subieron a todos los pacientes, que ya éramos como 12 personas, a un cuarto, nos tiraron en el piso y pidieron que nos desnudáramos. Al final yo me pude desatar y tuve que desamarrar a todos los encuerados.
Y hace unos días venía yo tan contento de una función de teatro que fui a apadrinar en Teatro en Corto y de regreso, yendo a casa de un amigo, el evento fue alrededor de las 10.30 de la noche, yo venía circulando sobre la lateral del Periférico de norte a sur. En cuanto di vuelta a la derecha en avenida Las Torres aparece una persona, sexo masculino, de unos 35 años aproximadamente, y me grita: ¡Te vas a morir! Dame el reloj! Me quité con trabajo el reloj, mientras me apuntaba con una pistola tipo escuadra en la cabeza: luego me dijo: ¡Quítate los anillos!, me los quité, el de matrimonio y otro que traía puesto. Luego me dijo: ¡La cartera y el teléfono! ¡Rápido, que te voy a matar! Le dije: No traigo teléfono y entonces cortó cartucho y me acercó más el arma a la cabeza, gritándome: ¡¡Te vas a morir!! Todo mundo veía y nadie se atrevió a hacer nada. Ya levanté la denuncia y han avanzado mucho las autoridades, parece que ya tienen ubicado al delincuente. Ya les informaré. si alguien sabe dónde hacen limpias contra cacos, háganmelo saber, por piedad. Aunque ya verán que sorpresota que les tengo reservada a los próximos que se atrevan. He dicho.