Jocelyn Díaz / Grupo Cantón
Cancún,-Para Bárbara Torres, participar en Masterchef Celebrity no solo fue un reto profesional, sino una experiencia transformadora que marcó su vida de una manera profunda y entrañable.
“Fue una súper experiencia, muy enriquecedora, muy de esas cosas que te llenan el alma. Masterchef para mí fue una experiencia inolvidable”, comparte con emoción la actriz, recordada por su icónico personaje de Excelsa.
A lo largo de ocho semanas, Bárbara se sumergió por completo en el mundo de la cocina, descubriendo una dimensión que antes no conocía: cocinar con amor.
“El hacer de comer para alguien que uno quiere es algo hermoso y es algo que, a mis 54 años, aprendí de este reality. Yo no tenía puesto en mi vida lo que genera la comida. Hacer de comer era para sobrevivir y por necesidad”.
Consciente del desafío, antes de entrar al programa se preparó con disciplina: tomó clases con un chef profesional del Mercado de Jamaica en la CDMX, vio películas como Como agua para chocolate, y transformó su cocina en un pequeño laboratorio gastronómico.
Poco a poco, comenzó a entender el verdadero sentido de cocinar y a recordar las palabras de su abuela: “tiene mucho amor”, cuando algo sabía bien.
“Este programa cambió mi forma de ver la comida y es lo que más me gustó. Empecé a entender muchas cosas de la comida y detalles que nunca antes había tomado en cuenta, empecé a entender el amor que se pone cuando uno cocina, es un vínculo muy fuerte”, reflexiona.
Durante las grabaciones, la actriz se entregó por completo.
“Me la pasé cocinando. Los fines de semana venía una profesora a mi casa. Cuando algo no me salía en el foro, llegaba a casa a hacerlo. Soy muy nerd y súper clavada”, confiesa entre risas.
Aunque no llegó a la final, vivió la competencia intensamente.
“Competí conmigo hasta ver a dónde llegaba. Me hubiera gustado estar en la final, pero igual si me invitaran a seguir en la cocina, sin premio, sin paga ni nada, hubiera dicho que sí. Más que un programa de televisión, fue una experiencia inolvidable que viví desde el fondo de mi corazón”.
Sobre los momentos más difíciles, recuerda la preparación de ingredientes poco convencionales.
“La pasé divino, hasta en el día que me tocó hacer las patitas de pollo, que hasta les hice manicure y casi les pinto las uñitas. Nunca nada me dio asco, no soy asquerosa, pero lo que me costó fue cocinar el corazón y las patitas. No sabía cómo, y ahora no solo sé, ¡hasta las como! Son deliciosas”.
A pesar de que la dinámica del programa puede ser intensa, Bárbara lo vivió desde la honestidad.
“Sí es un reality, lo vivimos y yo al menos no actuaba, pero te das cuenta que sí te criticaron los jueces, pero es un rol que tienen que cumplir. Ya fuera, todos nos llevamos bien. Lo que se hace en el foro queda en el foro, y aunque sí, de pronto me quedaba la sensación, nunca me lo tomé personal. Me encantaba pasar con los jueces”, dice con madurez.
En cuanto a sus favoritos para ganar, comparte:
“Andrea, Ofelia y Herly, con sus diferentes estilos, están en la misma línea. Pero más arriba están Dany y Quirarte. Siento que avanzaron muchísimo, modificaron mucho de ellos y ahí tengo puestas mis monedas”.
Bárbara también agradece el cariño del público, que desde el inicio la vio como una posible ganadora.
“Agradecida con la gente que apostaba por mí, que tenía toda su confianza en mí, eso es lo que me llevo en el corazón”, afirma. Y guarda con especial cariño una frase que le dijo el chef Poncho y que hoy repite como mantra: “Recuerda que sabes”.
Con el corazón lleno, Bárbara regresa a sus proyectos profesionales como la obra Menopausia: la culpa es de las hormonas y uno muy especial: abrir una fundación para apoyar a niños en situación de calle.
Porque si algo dejó claro su paso por Masterchef, es que ahora Bárbara no solo actúa… también cocina con amor.