Redacción / Grupo Cantón
Espectáculos.- Antes de iniciar su famosa relación con Florinda Meza, el comediante Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, vivió un largo matrimonio con Graciela Fernández, su primera esposa, madre de sus seis hijos y una figura fundamental en la etapa más formativa de su vida, aunque alejada por completo del ojo público.
Contrajeron matrimonio en 1968, en una época en la que Gómez Bolaños comenzaba a hacerse un nombre como creativo publicitario y guionista de televisión. A diferencia de su futura pareja Florinda Meza, Graciela no pertenecía al mundo del espectáculo, lo que contribuyó a que su vida familiar transcurriera en la intimidad.
De esta relación nacieron seis hijos: Roberto, Graciela, Marcela, Paulina, Teresa y Cecilia Gómez Fernández. Mientras el comediante crecía profesionalmente con programas como Los Supergenios de la Mesa Cuadrada, El Chapulín Colorado y El Chavo del 8, su familia se mantenía lejos de los reflectores.
La relación terminó oficialmente en 1989, después de más de dos décadas de vida en común. Si bien no hubo escándalos públicos, en su autobiografía Sin querer queriendo, el propio Chespirito confesó haber sentido una profunda culpa por cómo se dieron las cosas, pues su vínculo con Meza comenzó cuando aún estaba casado.
“La relación con Graciela se había ido deteriorando paulatinamente”, escribió, mientras que “la esencia de Florinda me iba inundando cada vez más”.
Reconoció que la ruptura fue dolorosa, tanto para él como para su entonces esposa, y que vivió un proceso de reflexión marcado por el remordimiento. Sin embargo, fue solo después del divorcio que formalizó su relación con Meza, con quien contrajo matrimonio en 2004.
Graciela Fernández Pierre falleció el 26 de agosto de 2013 a los 84 años de edad. Su muerte fue anunciada por sus hijos a través de redes sociales, sin actos públicos ni declaraciones mediáticas.
Su hijo, el productor Roberto Gómez Fernández, le dedicó un mensaje breve pero emotivo en Twitter: “Gracias, Ma. Descansa en paz”.
A pesar de haber compartido la vida con uno de los personajes más influyentes del entretenimiento latinoamericano, Graciela eligió la privacidad y nunca habló públicamente sobre su relación con Chespirito. Hoy, su historia es un recordatorio de que, detrás del genio del humor, hubo también un capítulo íntimo, discreto y profundamente humano.