Cada vez son más las mujeres mexicanas que optan por no ser madres. Mientras que en el trienio de 2011 a 2013 69.2% de las mujeres entre 15 y 49 años habían estado alguna vez embarazadas, el porcentaje bajó a 68.5% para el periodo de 2015 a 2017, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La falta de oportunidades de empleo, la precarización de los sueldos en el país, la escasez de tiempo libre, las dificultades para encontrar una pareja comprometida y el nivel de estudios son los principales factores por los que cada vez más mujeres en México se cuestionan la maternidad, la posponen o, incluso, la rechazan.
La preocupación por el medio ambiente y los cambios en los roles de género, ideales, valores familiares y la visión de éxito en la vida también son elementos determinantes a la hora de decidir sobre tener descendencia o no.
El número de hijos que, en promedio, tendrá una mujer al final de su vida productiva pasó de 2.25, en 2009, a 2.07, en 2018, de acuerdo con la información más reciente dada a conocer por el Inegi.
Sin embargo, la tasa de fecundidad es más alta entre mujeres con primaria y secundaria, con 2.82 y 2.66, respectivamente, mientras que entre aquéllas que cuentan con algún grado de educación medio superior o superior, la cifra es de 1.75 hijos, en promedio, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018 (Enadid).
Ésta es una de las causas por lo que, en 24 años, el número de nacimientos en el país ha disminuido 23.1%, al pasar de dos millones 904 mil 389 en 1994 a dos millones 234 mil 39 en 2017.
“No me gusta hacia dónde vamos”
Aunque los avances en la medicina permiten que las mujeres tengan hijos a una mayor edad, la fecundidad experimenta una disminución progresiva a partir de los 35 años. Ésa es la edad de Cristina, quien explica a Excélsior que, a pesar de que antes de los 30 nunca quiso tener hijos, ahora se lo plantea, pero entre más racionaliza la idea de la maternidad y la vida en familia, es más difícil tomar la decisión y desligarse del argumento de que “no es el momento idóneo”.
Para ella, con diversas maestrías, un trabajo estable y con buenas condiciones laborales, un elemento clave es hacia dónde se dirige la humanidad.
“No considero un acierto traer a una persona más al mundo. Estamos en un contexto de escasez de recursos naturales, cambio climático y desastres naturales asociados, destrucción de los ecosistemas y áreas verdes, por lo tanto, condiciones de vida terribles para la salud y vida de cualquier ser humano”, argumenta.
“A nivel local, en mi país y ciudad, me siento preocupada por la degradación de la educación, cultura y moral”, señala.
Pondera también la parte económica: “Mi compañero no cuenta con un empleo bien remunerado y eso hace que tengamos que ser muy cuidadosos con los gastos, el costo económico de agrandar la familia nos dejaría sin ningún recurso para ahorro, gastos extraordinarios o mantener el estilo de vida que nos gusta”.
“Estaba ocupada pagando la renta”
Hasta hace poco tiempo, el tener hijos no era una opción en el plan de vida de Jacqueline. También de 35 años, ve sus finanzas más estables, con una carrera más consolidada, lo que, en sus palabras, le permitiría educar adecuadamente un hijo.
“No los he tenido porque no me sentía preparada económica ni mentalmente, mi instinto materno no se había manifestado y estaba más ocupada tratando de pagar la renta y hacerme un hueco en la carrera”, indica.
“Para mí, tener un hijo es parte del proceso de formar una familia con mi pareja. También creo que hace falta que más gente con educación universitaria tenga hijos, creo que podemos cooperar formando ciudadanos útiles para el país”.
“No los traería a un mundo moribundo”
Fabiola, de 35 años, explica que, aunque le gustaría tener hijos, cree que es mejor no hacerlo, como una forma de ayudar a combatir el cambio climático en el planeta, puesto que es la humanidad la que, con su demanda de recursos, destruye el medio ambiente.
“No quiero tener hijos, en primera, porque no quiero traerlos a sufrir a un mundo moribundo. En segunda, porque es la mayor aportación que puedo hacer para frenar el cambio climático. Además, entre menos recursos haya, habrá más conflictos sociales, y yo no quiero tener hijos para morir de hambre o pelear guerras”, afirma.
“Las fuerzas se van acabando”
Luz, de 37 años, relata que en algún momento deseó tener hijos, pero ahora está casi segura de que no lo hará. En su caso, no ha sido madre, porque, para ella, representan un compromiso que debería abordar con el apoyo de una pareja.
“La falta de compromiso entre los hombres en la actualidad ha sido un factor. Muchas veces son casados y sólo buscan relaciones desechables”, expresa.
En México, el porcentaje de población de 15 años o más separada de una unión libre o matrimonio, o divorciada, subió de 7% a 7.8% entre 2014 y 2018. En tanto, el porcentaje de casados disminuyó, al pasar de 42.3 a 39.9 por ciento.
La edad influye también. Pese a que aún está en una edad fértil, aunque tardía, considera que “la edad productiva y las fuerzas se van acabando”.
“Tal vez encuentres ayuda externa, pero, entonces, ¿qué caso tiene tener hijos, si alguien más cuidará de ellos mientras tú trabajas?”, concluye.
Las Z, una generación optimista
Mujeres más jóvenes, parte de la llamada generación Z o posmillennial, se muestran más optimistas y abiertas ante la maternidad.
Nacidas a finales de los años 90 del siglo pasado, son parte de la primera generación nativa digital. Son consideradas, además, menos pesimistas que sus predecesoras, las millennial, más tolerantes y dinámicas.
Mujeres entre 18 y 26 años consultadas por Excélsior dijeron ver a la maternidad como parte de su proyecto de vida.
“Considero que la falta de empleo es un factor importante para no tener hijos, sin embargo, también pienso que es una posición bastante cómoda y de personas conformistas, y para nada me considero una persona conformista”, expresó Dulce, de 26 años, licenciada en derecho.
Alejandra, de 20 años, quiere tener al menos un hijo. Considera que factores como el dinero,influyen en si los tendrá o no, por lo que afirma que si decide embarazarse es porque se considera capaz de mantenerlos y darles lo que necesiten, independientemente de si tiene una pareja que la apoye económicamente.