Nuestros hijos pueden portarse tan agresivos y violentos que puede inquietarnos y a veces hasta asustarnos. tanto, que los adultos sentimos la necesidad de tomar las riendas con una mano demasiado firme y a veces hasta de forma física para demostrarle al niño quién manda.
Comprensiblemente, a los padres les preocupa saber por qué sus hijos se comportan así, pero más que nada quieren que esas conductas desaparezcan y que la vida vuelva a ser normal.
La sociedad puede ser prejuiciosa con este tipo de conductas, por eso los padres se sienten obligados a responder de una manera que, lamentablemente, muchas veces consiste en poner al niño en su lugar y tratar la agresividad infantil con una agresión adulta más fuerte.
A algunos adultos les enoja ver comportamientos o actitudes desafiantes y se les despierta su instinto primitivo de pelear o huir, por eso se entrometen y opinan sobre lo que “ellos” harían si los niños fueran sus hijos.
La preocupación de los padres puede llevarlos a educar de una forma mucho más autoritaria, donde se espera mucho del comportamiento de un niño, pero no se le ayuda a aprender cómo hacer bien las cosas, y entonces el niño siente que está solo en ese proceso. Los papás castigan con dureza los errores de los hijos para hacerles saber que hicieron algo mal, pero no se dan cuenta de que necesitan apoyo para hacer las cosas bien. Esta forma de educar probablemente sea la chispa que plante ese miedo en la mente del niño: en verdad están solos en lidiar con su mal comportamiento. La respuesta inflexible de la madre o el padre hará que el niño emprenda una carrera contra ellos para ganar esta batalla.
Cuando una madre o padre de familia se siente bajo presión de “hacer bien las cosas”, las críticas de otras personas se pueden volver muy estresantes. Los sentimientos de vergüenza y humillación que sienten porque su hijo se está comportando de mala manera los puede hacer perder perspectiva sobre cómo ayudarlo. El pánico respecto al futuro de su hijos se puede convertir en una eterna preocupación exacerbada con recordatorios constantes por parte de amigos y familiares de lo terrible que se porta el niño.
Entonces, ¿cómo le pueden hacer los papás para ayudar a un hijo que tiene una actitud desafiante?
Si sientes que necesitas ayuda adicional, debes hablar con tu médico general y ver si hay que canalizarlo a algún servicio de salud mental para niños y adolescentes. También investiga si alguna organización de caridad puede ofrecerte apoyo.
FUENTE/EXCELSIOR