El mundo se ha enfrentado a varias pandemias, y hemos sobrevivido.
Hay una frase célebre a la que solemos recurrir en tiempos difíciles: “Lo que no te mata te hace más fuerte”, versión resumida de las célebres palabras del filósofo alemán Nietzsche.
La actual epidemia del coronavirus (que esperemos pronto se convierta en algo anecdótico) nos ha hecho tener pensamientos apocalípticos. Sin embargo, a lo largo de la historia de la humanidad, mujeres y hombres nos hemos enfrentado a epidemias incluso más mortales y contagiosas que ésta. Y sí, hemos salido bien librados.
Desde hace muchos años esta enfermedad está en la lona (erradicada, vaya), pero en su momento mató a más de 300 millones de personas en todo el mundo. Desafortunadamente, “gracias” a los movimientos pseudo-progresistas anti-vacunas, parece ser que esta terrible enfermedad amaga con volver a convertirse en un dolor de cabeza. Lo cierto es que si ya la vencimos una vez (oficialmente, en 1980) y la erradicamos, la ciencia y el mundo lo puede volver a hacer.
Además, con los avances médicos, su letalidad sería exponencialmente menor. A este afección, debemos sumarle la del sarampión, cuyos nuevos casos han sido recurrentes en México, pese a que es una enfermedad supuestamente erradicada. La buena, es que en la mayoría de los casos las complicaciones de esta última enfermedad no son graves y podemos vencerla.
A pesar de que diariamente hay nuevos contagios en el mundo (en México, se producen dos casos cada hora y según la OMS es la sexta causa de mortalidad en el mundo), esta epidemia que surgió a principios de los años 80 fue una de las más aterradoras, provocando una ola de rumorología que con los años se ha ido disipando.
Hoy, con los estrictos controles en las transfusiones de sangre, las pruebas avanzadas para su detección y el uso del condón, se puede decir que la enfermedad pasó a una fase en la que ya no es considerada motivo de alarma pública (pese a que los números tampoco son NADA halagüeños).
Además, el VIH se ha convertido en una condición médica tratable con la detección oportuna y el uso de anti-virales. No, no hemos ganado la batalla, pero de algún modo hemos logrado contener al enemigo hasta que encontremos una solución definitiva.
En junio de 2019, la también llamada gripe porcina fue declarada la amenaza número uno de los últimos 40 años. La enfermedad comenzó en México en abril de ese mismo año y se extendió a otros países y continentes, generando incertidumbre en cuanto a su letalidad.
Finalmente, la enfermedad resultó no ser tan mortífera como se pensaba en un inicio, aunque sigue generando pequeñas bajas cada año en todo el mundo, pero mucho menos incluso que otro tipo de gripes a las que subestimamos (como la estacional, por ejemplo).
Además, el mundo ya cuenta con una vacuna. Lo escalofriante del asunto es que en 2012, la científica rusa (directora del Instituto RAMS de influenza en Rusia) Oleg Kiselyov había asegurado a un diario de su país que en 2020, un nuevo virus atacaría al mundo.
La buena noticia es que también aseguró que “ Las propiedades de los nuevos virus son en general manejables. Cada virus tiene su propio pasaporte o posible vacuna”.
Aquí sí se las vio literalmente negras la humanidad. Se trató de la enfermedad más mortal y devastadora que haya azotado al mundo. Tanto, que los registros históricos mencionan cifras de 25 millones de personas fallecidas en Europa y más de 60 millones en el resto del mundo.
La enfermedad que comenzaba con fiebre y continuaba con tos, sangrado, gangrena y supuraciones, podía matar a una persona en un día, y su índice de mortalidad era de un 80 al 100%. Es decir, si te daba, con suerte tenías un 20% de posibilidades de sobrevivir (para que te des un idea, con el coronavirus, tienes casi un 98% de supervivencia, si es que te llega a dar).
Además, esto sucedió entre los años 1347 y 1353, en una época en que la medicina no estaba bien desarrollada. Hoy, la peste negra sigue existiendo (en Asia hubo 28 casos en 2019), pero con la medicina moderna (antibióticos y demás bondades que durante aquella enfermedad que llegó cuando el mundo no conocía nada de las pandemias), se trata de una enfermedad curable en el 80% de los casos o más.
En 1918, una pandemia de gripa causó la muerte de aproximadamente el 6% de la población global (se calcula entre 50 y 100 millones de personas).
Se le recuerda así no porque hubiera surgido en España, sino porque en el ocaso de la Primera Guerra Mundial, aquel país fue el único que se tomó en serio la enfermedad y le dio difusión mediática (por cuestiones marciales, los otros países en pugna preferían no distraer a sus soldados y población).
Durante esta epidemia —la más reciente y letal de nuestra era moderna—, fue que comenzó a popularizarse el uso de tapabocas de tela. Finalmente, la batalla la ganamos los seres humanos y la gripe española se erradicó.
¿Otra buena noticia? Que según la entrevista que recoge el (también español) diario El Mundo con el jefe del Centro de Enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota, si a este tipo de influenza se le ocurriera aparecer otra vez en el mundo, “lo más probable es que sólo cause molestias leves ya que nuestros sistemas inmunológicos están preparados”. Sí, otra epidemia que nos causó muchas sensibles bajas, pero a la que finalmente, vencimos.
Con información de GQ.com.mx