Jocelyn Díaz / Grupo Cantón
Cancún.- El Teatro de la Ciudad vivió este fin de semana una de esas veladas que se quedan grabadas en el corazón. Todo comenzó puntual, bajo la expectativa de un público ansioso por escuchar al virtuoso Cecilio Perera, guitarrista yucateco que desde 2005 brilla en los escenarios más prestigiosos de Europa.
Esta vez regresó a casa para compartir su talento, acompañado por la delicadeza de la virtuosa guitarrista Julia Malischnig y la fuerza elegante de Marina Razumovskaja en la danza y las castañuelas.
Las primeras notas nos llevaron directo al romanticismo español con piezas de Enrique Granados e Isaac Albéniz, dos colosos de la música hispana. El sonido limpio y vibrante de las guitarras, sumado al golpeteo rítmico de las castañuelas, creó una atmósfera que hizo olvidar el tiempo. Luego llegó Luigi Boccherini con su estilo español de alma italiana, un ensamble lleno de energía y precisión que arrancó los primeros aplausos entusiastas.
La velada continuó con joyas del repertorio clásico y popular: “El asturiano” de Manuel de Falla y el icónico “Recuerdos de la Alhambra” de Francisco Tárrega, interpretaciones que sonaron como caricias hechas música. Julia, con su voz clara y cálida, sorprendió con “Historia de un amor”, tema que entonó en un impecable español, conquistando por completo al público.
Después llegó la suite de Carmen de Georges Bizet, con sus pasajes de la aragonesa, la habanera y los toreros, y, como si el viaje no pudiera ser más intenso, aparecieron los ecos del tango con Astor Piazzolla y el sabor mexicano con obras de Manuel Esperón. Todas las piezas fueron adaptadas magistralmente para dos guitarras, demostrando que la música no necesita más que cuerdas y pasión para estremecer el alma.
Y entonces, el silencio se hizo para el último regalo de la noche: Gracias a la vida en voz de la artista austriaca Julia Malischnig, acompañada por Cecilio que juntos llenaron el teatro con la fuerza de una canción que se volvió despedida y abrazo, antes de desatar una ovación larga y cálida, imposible de contener. Fue el cierre perfecto para una noche que, sin duda, permanecerá en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de vivirla.
Ahora Cecilio continúa su gira en Mérida antes de volver a Austria, pero Cancún ya lo espera de nuevo, con el eco de esa última melodía que nos recordó que la música sigue siendo un refugio para la vida.