Javier A. Cervantes / Grupo Cantón
Ciudad de México,-Este jueves se conmemora el 57º aniversario de la matanza de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, cuando fuerzas del Estado mexicano reprimieron con violencia un mitin pacífico del movimiento estudiantil, dejando un saldo aún indeterminado de muertos, heridos y detenidos.
El episodio, considerado una de las páginas más trágicas del México contemporáneo, marcó para siempre la memoria nacional y expuso ante el mundo el autoritarismo del régimen del PRI en pleno auge del llamado “milagro mexicano”.
Desde temprana hora, agrupaciones estudiantiles, sobrevivientes, académicos y defensores de derechos humanos realizan actividades conmemorativas y marchas en varias ciudades del país bajo la consigna: “2 de octubre no se olvida”.
En 1968, estudiantes de la UNAM, el IPN y otras instituciones iniciaron una serie de protestas contra la represión policial, exigiendo mayor libertad de expresión, el fin de los cuerpos represivos como los granaderos y la liberación de presos políticos.
El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, sin voluntad de diálogo, calificó las movilizaciones como una amenaza al orden nacional.
A solo 10 días del inicio de los Juegos Olímpicos en México, el 2 de octubre se convocó a un mitin en Tlatelolco. Poco después de las 6:00 de la tarde, el Ejército, junto con el grupo paramilitar conocido como el Batallón Olimpia, abrió fuego contra la multitud.
Testimonios posteriores y documentos desclasificados revelaron que la agresión fue planeada desde el Estado para desarticular al movimiento.
Aún hoy no hay una cifra oficial de muertos: el gobierno habló de 20, pero distintas fuentes calculan entre 200 y 300 víctimas, además de cientos de heridos y detenidos.
Durante décadas, los gobiernos mexicanos evitaron abordar el tema.
No fue sino hasta el año 2000 que se iniciaron investigaciones oficiales.
En 2006, el expresidente Luis Echeverría, entonces secretario de Gobernación en 1968, fue procesado por delitos de lesa humanidad, pero nunca pisó la cárcel.
La matanza de Tlatelolco se convirtió en un símbolo del despertar político de la sociedad mexicana.
Desde entonces, cada 2 de octubre es un llamado a la memoria, la justicia y la no repetición.
En 2025, la demanda de verdad y justicia continúa.
Jóvenes que no habían nacido en 1968 marchan hoy con pancartas y consignas que repiten lo aprendido de generaciones pasadas:
“Fue el Estado”, “No fue un enfrentamiento”, “2 de octubre no se olvida”.
En Tlatelolco, donde las tres culturas conviven la prehispánica, la colonial y la moderna, también coexisten el dolor de un pueblo y la esperanza de que la historia no vuelva a repetirse.