Cultura

La Guelaguetza llena de sabor, color y tradición el corazón de Cancún

Jocelyn Díaz / GRUPO CANTÓN

El aroma de la cecina y la adobada al carbón, combinada con el olor del asiento sobre una deliciosa tlayuda hecha al comal, con el rico quesillo como corona, el color de los diferentes moles y salsas de chapulín, la mezcla perfecta de pan de yema con cocholate, y los coloridos tiliches que adornaban los pasillos aledaños al Parque de las Palapas, así era la bienvenida a la tradicional fiesta oaxaqueña, La Guelaguetza en Cancún, que logró reunir a más de 30 mil personas durante el fin de semana.

Desde muy temprano, las vibras oaxaqueñas comenzaron a sentirse en la ciudad. La tradicional calenda, ese alegre desfile encabezado por monos de calenda, marmotas y música de banda, partió desde la glorieta Fantasía Caribeña, mejor conocida como “El Ceviche”, rumbo al parque. Durante el recorrido, el Ballet Folclórico Xochiquetzal y más de 80 artistas provenientes directamente de Oaxaca encendieron el espíritu festivo con bailes, color y sonrisas.

Una vez en el parque, la magia se desató. La música en vivo de la Banda Filarmónica Infantil y Juvenil de Santa Cruz Xoxocotlán marcó el ritmo de la tarde, mientras la Compañía de Danza Folclórica de Tlaxiaco ofrecía un recorrido por la riqueza dancística del estado: desde los vibrantes Sones de Tlaxiaco y el icónico Jarabe Mixteco, hasta la energía de la Flor de Piña y la imponente Danza de la Pluma. Cada municipio presente, y hay que recordar que Oaxaca tiene más de 500, trajo consigo un pedazo de historia, una muestra viva de su identidad.

En cada esquina, los asistentes encontraron un pedacito del sur: agua de horchata con melón para refrescar el alma, bordados finos que hablaban con hilos de la cosmovisión indígena, y platillos que hicieron de la gastronomía un puente emocional entre Cancún y Oaxaca.

La Guelaguetza no es solo una celebración; es un acto de generosidad, de comunidad. Y en esta ocasión, Cancún supo abrazar esa esencia. No fue necesario estar en el Cerro del Fortín para sentir el orgullo oaxaqueño; bastó con caminar por el Parque de las Palapas, mirar los rostros emocionados, los trajes resplandecientes, y entender que la cultura, cuando se comparte con respeto, se convierte en un lazo que une corazones.

Así, con tlayudas en mano y música en el aire y el desfile de los perritos ataviados con un pedacito de tradición, la Guelaguetza 2025 en Cancún dejó una huella imborrable en quienes tuvieron el privilegio de vivirla.

Publicado por
Adri
Etiquetas: cancúnguelaguetza