Jocelyn Díaz / Grupo Cantón
Cancún.- El Teatro de la Ciudad se llenó este fin de semana del espíritu vivo de nuestras tradiciones. La agrupación Sesquiáltera, originaria de Puerto Morelos, presentó el espectáculo “El Son Mexicano”, un homenaje a la riqueza musical del país que reunió en un mismo escenario pasión, talento y orgullo por las raíces. Acompañados por el Ensamble de Cuerdas de Cancún, los músicos ofrecieron una velada que se convirtió en un festín de sonoridades y emociones compartidas.
La noche abrió con “Tomasita”, tema compuesto por el importante violinista yucateco Cesáreo Chan, que dio pie a un recorrido sonoro entre el sureste y distintas regiones del país. “La huastequita” llenó de alegría el recinto, mientras que el tema Colibrí, interpretado por Crisal, vocalista y compositora de la mayoría de los temas de la agrupación, encantó con su bella voz, poniendo ritmo a esta canción basándose en la Pirecua, ritmo declarado patrimonio de la humanidad y herencia del pueblo purépecha.
Una de las características de Sesquiáltera es generar música original con raíces de ritmos ancestrales como en esta ocasión los sones mexicanos,
No faltaron los guiños a Michoacán con el son navajeño del maestro Andrés Campos, así como la emotiva pieza “El Payo”, dedicada por Mario “El Payo” a su hijo, que conmovió a todos los presentes. La velada avanzó con piezas que tenían un brillo y color especial gracias a los arreglos de los maestros Ricardo Corona y Juan Carlos Pacheco, entre ellos “Son de rosas”, “Morena la piel”, mismos que se enmarcaron con el zapateado de Ariadna Cinta de Veracruz y la sutileza del baile del reconocido coreógrafo Alejandro López de Operativo Silla Móvil como invitados especiales.
El repertorio continuó con piezas entrañables como “Abuela Manglar” que rinde homenaje a esta parte del ecosistema que debemos proteger, “La tortuga”, “La llorona” y “La gallina coco”, hasta llegar a un clímax festivo con “Mujeres de Guanajuato”. Varias de las interpretaciones fueron adornadas por la intervención de la Compañía Municipal de Ballet Folclórico, bailarines que englobaron la esencia de este gran espectáculo vivo.
El cierre de la velada estuvo marcado por un momento especial y tierno: la pequeña Cora, hija de Mario y Crisal, subió al escenario para sumarse al concierto, regalando al público una postal entrañable que se convirtió en el broche de oro que dejara un “hasta pronto” para esta gran agrupación y su especial celebración del son mexicano.