Desde hace más de quince años me dedico a la no fácil tarea de ser Detective Privado, yo me anunciaba así: “Se busca gente desaparecida y se da seguimiento a cualquier individuo, se garantiza toda discreción”.
La creciente delincuencia, las infidelidades, la falta de ética profesional y moral brindaban la demanda necesaria para que de alguna manera siempre estuviera ocupado en algún caso. Una tarde como podía haber sido cualquier tarde común, me hablaron por teléfono, se presentó una voz como el señor Agustín quien me comentó que necesitaba la ayuda de algún experto para realizar labores de seguimiento, sólo que lo especial del caso era que dichas labores de inspección tenían como destino a la propia madre del interesado, situación que de inicio me extraño del todo, sin embargo, antes de comenzar a realizar cualquier cuestionamiento, el señor Agustín lo previno y se adelantó detallándome las circunstancias del caso y comenzó más o menos de la siguiente manera:
-“Mi familia y yo, desde hace algunos meses comenzamos a notar ciertas distracciones en el comportamiento de mi madre, francamente la vemos muy pocas veces al año y nos limitamos, solamente, a algunas esporádicas llamadas, sin embargo, como le repito, al visitarla últimamente, comenzamos a notar que las cosas se le olvidan con facilidad, cada vez con mayor frecuencia, de repente no se acuerda ni da seguimiento a las conversaciones, no recuerda el nombre de su perro, es más, a veces no recuerda ni siquiera que tiene mascota. Aunque parezca extraño, en ciertas conversaciones, mantiene una clara y nítida lucidez, pero en otro tipo de temas, los más cotidianos, no pareciera retener la cosas con facilidad, ciertamente mi relación con ella es, como dije, un tanto distante, la de mi esposa por obvias razones más fría aún en tanto que sus nietos francamente no se encuentran en edad de tomarla mucho en cuenta. Creo que el nivel energético tan diferente que va provocando el tiempo en los seres y las generaciones hace que simplemente no se entiendan del todo ni se tenga paciencia alguna entre los pocos integrantes de la familia.
Después de pedirle por varias veces que me acompañara a ver algún especialista médico para un chequeo general, por fin ella aceptó. El médico nos confirmó que físicamente la señora estaba en perfecto estado, muy por el contrario de lo que esperábamos, difícilmente mi madre podría estar más fuerte y sana, de tal manera que supusimos se trataba de un problema mental como pudiera ser Alzheimer. Con ella traté de negociar alguna Institución, pero el tema no produjo nada positivo y entonces decidí contratar los servicios de alguna enfermera de tiempo completo ya que ha vivido sola desde hace muchos años, sin embargo, el carácter adusto de la anciana había hecho que las últimas cuidadoras no duraran ni siquiera los tres días cuando las corría casi a patadas, entonces, en lo que pensaba otra solución, encontré el teléfono de usted en una tarjeta y pensé que sus servicios nos podrían ser muy útiles vigilándola a la distancia en lo que nos decidimos qué hacer con ella”-.