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29 marzo, 2024

Lo que bien se dice... bien se entiende

Con desconocimiento de causa

El nivel más bajo de conocimiento es la opinión. Platón en el libro VI de La República, expone que, al igual que existen dos grados diferentes de realidad, existen también dos grados de conocimiento, que poseen distintos niveles de certeza. El primero que es un conocimiento inteligible, fiable, llamado episteme (ciencia) que tiene como objeto las ideas y el segundo que es un conocimiento sensible, poco fiable, llamado doxa (opinión), que tiene como objeto las cosas del mundo material.

Si en el entorno se considerara esa clasificación, seguramente la mayoría de las decisiones cotidianas, entrarían en la doxa (opinión), debido a que son pocas las personas que, para tomar decisiones, previamente investigan y se aseguran que lo que consideraran como elementos decisivos, están comprobados y validados por la ciencia o el método científico.

Claro que, si estas decisiones son para asuntos muy personales, lo peor que podría pasar, sería que se tengan que pagar las consecuencias y las afectaciones, también tendrían un impacto hacia el individuo y tal vez hacia su círculo más cercano.

Sin embargo, existen decisiones que impactan a muchas más personas, a veces miles o hasta millones de seres humanos, y ahí la responsabilidad cambia.

Un ejemplo que podría ilustrar de mejor manera esta explicación, podría ser, las decisiones que toman los legisladores; al modificar o crear leyes, tienen la gran responsabilidad de asegurarse, más allá de la opinión, el sentimiento o incluso, la línea que pudieran recibir; deberían considerar también las bases científicas, el conocimiento probado y comprobado, la necesidad y sobre todo la visión de lo que se pretende lograr.

Recientemente se debatía la reforma para la nueva ley de educación, tema demás trascendental en la vida de una nación y, sin lugar a dudas, de un impacto directo a quienes integrarán las nuevas generaciones, un tema además de sensible, de suma relevancia para el futuro de los individuos, y quienes han tomado la decisión del contenido de esa reforma, son, en su mayoría, llevados por la doxa más que por la episteme.

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