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¿Y si fuera al revés, esto es, que Peña Nieto metiera a Ricardo Anaya en la cárcel?

Una de las promesas que ha hecho el candidato del PAN-PRD-MC es la de meter al presidente Enrique Peña Nieto a la cárcel. No ha explicado de qué lo acusa. Es decir, no ha ha mencionado ningún delito en particular cometido por el actual gobernante de nuestro país. Solo quiere llevarlo a prisión. Así nada más: castigarlo.

Lo más que Ricardo Anaya ha detallado tal promesa es que creará una fiscalía especial para investigar si hubo o no corrupción en aquel ya viejo tema de la Casa Blanca, la de la señora Angélica Rivera.

Hasta donde entiendo, el asunto de la Casa Blanca ha sido juzgado en dos instancias: la de la opinión pública y la relacionada con los propios controles internos del gobierno federal. Los medios de comunicación, sus lectores y los usuarios de las redes sociales han condenado a EPN y a su esposa. Lo sabemos todos. Las dependencias públicas que revisan la actuación de los funcionarios no encontraron ningún delito. Hay una verdad legal, pues, que quizá convierte en inviable la promesa de Anaya

Anaya seguramente sabe que no hay nada irregular en el que fue el mayor escándalo del sexenio. Me atrevo a afirmar que el hoy candidato presidencial del PAN y de los mini partidos de izquierda, no vio en su momento nada de malo en lo que hicieron Peña Nieto y su compañera, puesto que, para empezar, no los criticó cuando debió hacerlo, y en segundo lugar, siguió siendo lo que fue durante casi todo el actual sexenio: el principal aliado, desde la oposición, del gobierno peñista.

Si ahora Anaya habla de meter a la cárcel a EPN, es algo que obedece, nada más, a la necesidad que tiene de sumar algunos votos en su intento, me parece que condenado al fracaso, de alcanzar a AMLO en las encuestas.

Personalmente creo que ni siquiera se trata, como dijo López Obrador, de una segunda versión de aquella famosísima “Contrabando y traición”, clásica canción que protagonizan la entrañable Camelia la Texana y el traidorzuelo vulgar Emilio Varela.

Lo de Anaya parece deslealtad a su antes aliado Peña Nieto, claro que sí. Pero no llega a traición. Así que no correrá la suerte del tal Emilio, al que Camelia le vació una pistola por infiel, eso sí, después de haberse quedado ella sola con todo el dinero. Faltaba más.

Si no hay nada ilegal en la actuación de Peña Nieto —si lo hubiera, Anaya lo diría con claridad: no se quedaría en la vaga de promesa de “meterlo a la cárcel”—, lo cierto es que hay alguien que sí tiene un oscuro pasado de operaciones financieras irregulares: el candidato del PAN-PRD-MC.

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Debido a ese pasado, conocido por la opinión pública, resultó tan escandaloso un video en sí mismo no muy relevante del hermano de Barreiro, aquel empresario con el que Anaya negoció la compraventa de una bodega, en un extrañísimo proceso que movió dinero por todo el mundo.

El video circuló muchísimo porque, a pesar de no probar nada, era creíble lo que en el mismo se decía: que Anaya ha traficado con recursos ilegales.

En el anterior debate entre candidatos presidenciales, Andrés Manuel sabía que tenía que sacar su cartera —argumentando que lo hacía para que no se la robaran—, en cuanto se le acercara alguno de sus rivales.

AMLO eligió bien al destinatario de su broma: Ricardo Anaya. La gente creyó que, en efecto, el panista podía caer en la tentación de quedarse con la cartera del candidato de Morena. De ahí el éxito del carterazo.

Si López Obrador hubiera elegido a Meade, que tiene fama de honesto y no ha estado en escándalos de ningún tipo, la puntada no habría sido tan eficaz.

El problema para Anaya es que, como ha dicho AMLO, en las campañas electorales presidenciales sale todo. Y, en efecto, ya salió —y resulta absolutamente creíble— el tema de las relaciones financieras irregulares del candidato panista con el presunto lavador Barreiro.

El otro problema es que está creciendo la exigencia de que la PGR investigue cuanto antes a Ricardo Anaya, ya que para no pocos mexicanos, cito a Meade, “es un vulgar ladrón” al que cacharon con las manos en la masa.

Ahora bien, ¿qué pasaría si la PGR investigara a Anaya? Una de dos: (i) lo exoneraría por no encontrar nada indebido en sus actuaciones o (ii) pediría que lo arrestaran por jugar chueco con el dinero.

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Si se investigara a Anaya con seriedad, tendría que hacerse ahora mismo y, por lo tanto, sería la PGR de Peña Nieto la que lo castigaría o no.

En caso de que fuera a la cárcel, Anaya enfrentaría una de dos rutas: (i) ser el Mandela mexicano o (ii) quedar para siempre con prestigio de ser un raterillo más.

Ustedes qué opinan: ¿Anaya tiene solidez moral para ser otro Mandela o es simplemente un político chueco del montón?

En fin, ojalá no pase nada y lleguemos a las votaciones todos en paz y decididos a apoyar al que gane. Es lo que México necesita.

Publicado por
Redacción Quintana Roo
Etiquetas: encortoportada