Redacción / Grupo Cantón
Salud.- Un importante avance en la lucha contra el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) se dio en México con la aprobación del cabotegravir, un medicamento inyectable de larga duración para la profilaxis preexposición (PrEP). A partir de ahora, quienes buscan prevenir el VIH ya no necesitarán tomar una pastilla diaria, sino solo seis inyecciones al año.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) anunció en julio de 2025 la autorización sanitaria de este tratamiento, considerado un hito en la prevención del VIH en el país. Entre 210 autorizaciones otorgadas ese mes, cabotegravir destacó por ofrecer protección continua con una aplicación cada dos meses.
Este medicamento de liberación prolongada bloquea una enzima clave del virus, llamada integrasa, impidiendo que el VIH inserte su ADN en las células humanas. Sin esta etapa, el virus no puede replicarse ni establecer una infección permanente, lo que reduce considerablemente el riesgo de contagio.
La eficacia de cabotegravir ha sido demostrada en dos estudios internacionales:
En el estudio HPTN 083, que incluyó hombres cisgénero, hombres que tienen sexo con hombres y mujeres trans, se observó una reducción del 70 % del riesgo de infección frente a quienes usaron PrEP oral.
En el estudio HPTN 084, realizado con mujeres cisgénero en África subsahariana, el riesgo se redujo en un 90 %.
Más allá de su eficacia, el principal beneficio de cabotegravir es mejorar la adherencia al tratamiento preventivo, al eliminar la necesidad de tomar una dosis diaria. Esto puede ser clave para personas que enfrentan barreras sociales, logísticas o estigma al acceder a la PrEP oral.
¿En qué se diferencia cabotegravir de otros medicamentos?
A diferencia de lenacapavir, otro inyectable aprobado recientemente en Estados Unidos para personas ya diagnosticadas con VIH, cabotegravir está diseñado exclusivamente para prevenir la infección en personas seronegativas con alto riesgo de exposición.
En México, donde ONUSIDA reporta unas 14 mil nuevas infecciones de VIH cada año, este tratamiento podría ser crucial para ampliar la cobertura preventiva y acercarse a las estrategias internacionales en materia de salud pública.
Su aplicación deberá realizarse bajo supervisión médica, incluyendo pruebas de VIH previas y monitoreo constante para evitar resistencias.
La llegada de cabotegravir no solo representa un avance biomédico, sino también una herramienta concreta para reducir el estigma, mejorar la prevención y proteger a poblaciones vulnerables frente a una epidemia que sigue presente.