La última jornada de los Juegos Olímpicos nos dejó una escena surrealista y muy alejada del «fair play» y de los valores olímpicos. Durante el combate que decidía la medalla de bronce en la categoría de 65 kilos, entre Ganzorigiin Mandakhnaran, de Mongolia, y Ikhtiyor Navruzov, de Uzbekistán, el contendiente mongol cometió un error de principiante.

Con la presea ya virtualmente ganada, decidió celebrar sobre el tapiz el triunfo, pero aún faltaban segundos para que terminara el combate. Su precipitación provocó una decisión de los juecces de altas consecuencias: quitarle la medalla y dársela a su contrincante por un gesto que consideraron antideportivo.

Fue entonces cuando los entrenadores del luchador mongol entraron en cólera por lo que ellos consideraban una tremenda injusticia y decidieron montar un número desnundándose ante los jueces y tirando la ropa al suelo con violencia y enfado, lo que generó su expulsión del pabellón.

Información: ABC