Miguel Ángel Ramos
Donald Trump siempre se ha sabido poderoso. Economista, con formación en la Academia Militar de Nueva York. Excéntrico, conocedor del poder de la comunicación y gran comunicador.
Lo mismo actuó en Mi Pobre Angelito que relanzó el negocio familiar para convertirlo en la poderosa Organización Trump. Condenado por abuso sexual. Propagador de paparruchas; la más reciente fue decir que los migrantes en una comunidad de Ohio se estaban comiendo a las mascotas de los residentes.
Famosa es la foto donde se le observa sentado cruzado de brazos, mientras los líderes del G7 muestran tensión porque él no está de acuerdo en el comunicado conjunto sobre comercio internacional y cambio climático, entre otros temas.
Integrante del salón de la fama de la empresa de lucha libre WWE. Viral por sus bailes en mítines. Ha sido electo por segunda ocasión presidente de los Estados Unidos de América.
De nada sirvió el desplegado que más de 200 psiquiatras publicaron en The New York Times para alertar de los síntomas de “trastorno de personalidad-narcisimo maligno” del republicano. Arrasó en las elecciones.
No solo eso, a diferencia de su primer mandato, hoy llega con el control total de su partido en el Congreso. Un Trump más poderoso. Trump recargado.
Un hombre al que no le gusta complacer a nadie. Seguro de su propia verdad. Un creyente a pie juntillas del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe. Creció, se ha desarrollado, sabe para qué sirve y cómo ejercer el poder.
Todavía hay quien piensa que sus andanadas, insultos y amenazas solo son retórica. En su primer mandato amagó con cancelar el acuerdo de libre comercio de América del Norte, y lo renegoció. Dijo que construiría un muro en su frontera sur y que los mexicanos lo construiríamos y no lo terminó ni lo pagamos.
No obstante, sus tonos y sus modos son de cuidado. Aunque no se acepte, el anterior gobierno federal tuvo que enviar tropas a la frontera para evitar el cruce de migrantes, que deambulan por el país.
Su última amenaza fue que aumentaría aranceles si México no contenía la migración.
México debe ser muy inteligente en la relación bilateral. Con él tocará renegociar el el tratado de libre comercio en 2026. Debemos ser firmes en nuestras prioridades y la defensa de la soberanía, además de velar por los derechos humanos de los compatriotas.
Decía Tácito que para quienes ambicionan el poder, no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio. Trump no ambiciona poder, siempre lo ha tenido. Pero tampoco conoce puntos medios. Sabe nadar y volar. Él solo busca Hacer a América Grande Otra Vez. Alerta de huracán al sur.