«Gloria a Dios en el cielo más alto y paz en la tierra para aquellos en quienes Dios se complace». S. Lucas 2:14
Hace unos días se me antojo la lectura de un buen libro titulado “Una pena en observación” de C.S. Lewis. Y le dije a mi hija mayor que me lo pidiera en Amazon. Luego que el libro llegó, me dijo ese libro es tu regalo de Navidad, así que no me vayas a pedir nada más. Y en cada ocasión me recordaba que ella ya me había obsequiado algo para Navidad y que era mi obligación corresponderle con algún obsequió igual. ¿Será esto el todo de la Navidad? Obsequiar, esperar que alguien nos obsequie, uñas arregladas, pestañas nuevas para estrenar, pavo navideño, ensalada navideña, alcohol, viajar hasta muy lejos para reencontrarnos como amigos y familia y desvelarnos hasta la puesta del sol del día siguiente, y sin faltar el escándalo de los vecinos y algún otro conflicto relacional o accidentes por los efectos alcohol o droga, los cuetes y juegos pirotécnicos multicolores. ¿Es esto lo que Dios se propuso al permitir la NAVIDAD de su hijo Jesús? Creo que para corregir la visión distorsionada de la Navidad del momento presente, necesitamos ir a la fuente del origen de la Navidad; para responder de forma bíblica histórica, pues como bien sabemos la Navidad no tiene que ver con regalos de Coppel, ni de Shein, ni con un buen guiso navideño, sino que Dios al ver a los seres humanos en su vacía y oscura miseria existencial de maldad, envió a su único hijo para que puedan experimentar de nueva cuenta una relación personal con Él, ya que el ser humano había fracasado, y este fracaso lo había hundido en sufrimiento, violencia, infelicidad y autodestrucción.
Al situarnos correctamente en la visión histórica bíblica de la Navidad, podemos distanciarnos del estrés, la nostalgia o agonías emocionales de las sillas vacías por la ausencia de mamá, papá o alguna persona que significó mucho en nuestra vida, pero que en esta Navidad ya no esta entre nosotros. Por otro lado, nuestros sentimientos de culpa, castigo y vergüenzas por los fracasos, injusticias e indiferencias que en lo largo y ancho de nuestra vida hemos cometido e incluso continuamos cometiendo inconscientemente, en el regalo que Dios nos da en la navidad es transformada en verdadera alegría, seguridad, paz, pero sobre todo en perdón para el nuevo comienzo de una relación con Dios y con los demás.
Quizás en esta Navidad nadie se acuerde de ti para obsequiarte algo, tal vez esta Navidad será diferente porque algún ser querido ya no está contigo, quizás esta Navidad no te alcance el presupuesto para estrenar ropa o comprar obsequios para los seres que amas, pero no tienes porque quedarte en el vacío y el sufrimiento emocional de esto que crees no poder tener estos días. Pues Dios, nos ha ofrecido en la NAVIDAD un regalo del cielo, para levantarnos de la miseria del polvo de nuestro suelo, y darnos en este obsequio alegría, paz y perdón.
