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29 marzo, 2024

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Avatares de la república

Sesenta días son los que restan para la entrada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el arranque de su nuevo gobierno con circulación a la izquierda; aunque su crítica intenta hacer ver el hecho como una continuidad de las anteriores, que durante 80 años explotaron a México para formar una casta privilegiada.

No, el cambio no es palabrería mediática… ni tampoco el ofrecimiento de transparencia, atención, actitud, imagen, seguridad, que ofrecen unificadas las alcaldías que han tomado posesión en este mes que inicia. ¡Es mucho más que eso! Por lo que los morenistas tendrán que actuar sobre la base de la autogestión, que es un sólido pedestal y palestra única, para allanar la transformación en la ruta de la izquierda.

La transición de terciopelo, dicho en el mejor sentido de la palabra, cuyo objetivo es la paz en el país, tiene acotado a AMLO en los márgenes de la derecha conservadora, que deja el poder con la salida del jefe máximo. Este se va, pero no su estructura, que deja firme para comprometer el camión hacia la izquierda y hacerle el caldo gordo a Morena. Así le quedan escasos dos meses a los gobernadores heredados.

Que nadie se asuste, ni hay que hacer escandalo ante lo esperado. Que los alcaldes de Morena sean recriminados en sus nombramientos de gabinete, por sus mismos regidores del partido es la voz republicana. La influencia de los gobernadores del viejo sistema, es notoria en los gabinetes formados para gobernar los municipios independientes que recién inician.

Ignacio L. Vallarta en su emérito y sobresaliente libro: “La Victoria Republicana” dice a propósito del libre comercio:

“La libertad absoluta del comercio exterior no perjudica a la prosperidad de las naciones; lejos de esto, esa libertad es el porvenir del mundo; es el lazo que va a estrechar a los pueblos uniendo sus intereses materiales, y haciéndoles convergir hacia un fin; es el medio único de cortar de raíz, ese elemento de guerra que ha teñido con sangre, así el territorio de las naciones como las aguas del mar;

porque es el medio único de extinguir enemistades nacionales, que no tienen otro apoyo que crasos errores. En el trueque que dos naciones hacen de sus respectivos productos, adquieren doble ganancia; una la que resulta de la venta de sus manufacturas nacionales, otra que dimana de la compra de las extranjeras; la moneda se debe considerar como una mercancía y ajustarse por consiguiente en el cambio a esas mismas leyes”.
Al tiempo…

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