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23 abril, 2024

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Periodismo, oficio de muerte

Ser periodista en México es una profesión en la que se arriesga el pellejo y poco reconocimiento se le brinda a los trabajadores de este rubro, quienes con valentía y compromiso asumen su labor de informar.
Con el asesinato este lunes del comunicador Luciano Rivera en Rosarito, Baja California, son ocho los compañeros privados de la vida en lo que va del año en México.
La inseguridad que persiste no solo en las calles sino en los altos mandos de los gobiernos de diversos estados del país, ha traspasado los límites, al grado de atentar contra la vida de aquellos que sólo tienen la responsabilidad de llevarle a la ciudadanía los hechos de problemas sociales que laceran a cualquier mexicano. En la lista de los lugares más mortíferos para ser reportero, México está ubicado entre Afganistán, un país devastado por la guerra, y Somalia, categorizado como Estado fallido.
El tomar una foto que muestre a autoridades del Gobierno involucrados en negocios con el narcotráfico, funcionarios que han robado de las arcas municipales y hasta la simple imagen sobre una denuncia ciudadana le ha costado la vida a cientos de reporteros, ni qué decir de aquel comunicador que se interese por el periodismo de investigación sobre todo en estados como Veracruz, Guerrero o Chihuahua, en donde los ataques y la cifra de desaparecidos es el pan nuestro de todos los días.
Ahora, tras una suma de 129 periodistas asesinados en México en los últimos 17 años, el Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas en México, instalado por gobierno federal ha sido criticado por algunos compañeros, ya que en la práctica las amenazas continúan para todo aquel que detrás de un escritorio o en la calle levante la voz en contra de las injusticias que padecen miles de periodistas.
Además, el 98 por ciento de los crímenes y secuestros de reporteros se han quedado en la impunidad absoluta, por lo que ante todas estas deficiencias como la carencia de reconocimiento de las personas que sí defienden al gremio, ausencia en el respaldo político para dar con los culpables, pero sobre todo la falta de voluntad de las autoridades competentes para prevenir y acabar con los abusos con hombres y mujeres que salen todos los días de sus casas para ganarse la vida honestamente.
Sin embargo, los periodistas cada vez se consolidan más a la causa de denunciar y apoyar a sus homólogos, con el fin de cerrar filas, además que esta ha sido la principal manera de defender el quehacer periodístico y demostrar a los cuatro vientos que aquí estamos y no dejaremos cabida a la apatía por permitir que se siga sesgando la libertad de expresión.

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