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20 abril, 2024

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Nuestra discontinuidad (segunda parte de dos)

Las discontinuidades en nuestra vida diaria se deben a causas diversas pero habrá que plantearnos en específico de donde manan, quienes las crean.

Las discontinuidades en nuestra vida diaria se deben a causas diversas pero habrá que plantearnos en específico de donde manan, quienes las crean.

¿Será el sistema? ¿Serán los ciudadanos? Más bien creo que es un acto simbiótico,  donde los habitantes nos quejamos de las discontinuidades pero nos alimentamos de ellas al mismo tiempo. Son éstas las que permiten las justificaciones en la discontinuidad de la vida de cada quien. La falta de un compromiso real, de hacer las cosas como corresponde de forma tal que el sistema también se ve nutrido.

Tal vez deberíamos de darle un giro más positivo, al atrevernos a plantear que nuestro sistema no es malo y que por el contrario, permite descansos del estrés cotidiano, permitiéndonos una vida más feliz. Ya los supuestos estudios sobre felicidad mundial,  nos marcan entre los más contentos, pero específicamente ¿En qué? Y ¿Por qué? Tal vez nuestra cotidiana discontinuidad es la diferencia. ¿Usted qué opina?

México se encuentra supuestamente, dentro de los primeros lugares de felicidad pero habría que cuestionarnos en qué sentido y bajo qué lineamientos, porque acá, la vida nos vale un comino, todo nos parece minoritario cuando en el fondo es una respuesta a la inconformidad, al sistema que con sus constantes discontinuidades, obliga a que su ciudadanía se haya vuelto relajada pues “pa´qué brincar tanto estando el suelo tan parejo”, las cosas se mantienen y parece que nada cambia.

Veremos si las nuevas generaciones se hartan y buscan generar un sistema social, político, económico más conveniente obligando a dejar de lado el: “me vale madres” cuando en realidad si nos vale mucho.

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