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23 abril, 2024

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“No buscamos ni conflictos ni enemigos: Yuri Korchagin”

En “Los hermanos Karamazov”, Fedor Dostoievski redactó con calcárea precisión: “Algunos aseguran que el infierno tiene un escondrijo en el cual fabrican los diablos las horquillas con que atormentan a los condenados”. El meollo es que, más allá de las letras, el infierno puede ser un sitio en cualquier parte del mundo en el que los problemas sean inacabables.
Inacabables y repetibles sobre todo para quienes no consideran a la Historia como una sucesión lineal de acontecimientos, sino más bien una forma de orbitar entre ciclos.
Precisamente, Nikolái Kondrótiev, un destacadísimo economista ruso se convirtió en el padre de la teoría de los ciclos largos cuya duración puede fluctuar de 48 a 60 años.
¿Es Donald Trump y su victoria un fenómeno desconocido e inesperado? ¿Lo es la histérica efervescencia de las extremas izquierdas y derechas en Europa?¿Acaso es desconocida la xenofobia, los muros, las guerras comerciales, los ghettos y el proteccionismo en ciernes?
Ya hay inclusive analistas y especialistas en geopolítica y geoeconomía aventurando el devenir del contexto internacional a partir de un rebrote de la Guerra Fría.
Esa sombra oscura que logró disiparse gracias a una serie de reformas emprendidas en la entonces URSS con la Glásnost y la Perestroika (1985), que prosiguió con el desmantelamiento del bloque soviético, la caída del Muro de Berlín (1989) y los relevantes acuerdos para contener y reducir el arsenal nuclear en un 50% signados entonces por el presidente Mijail Gorbachov y su homólogo estadunidense Ronald Reagan.
Uno de los convenios es de enorme envergadura: el Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto (INF por sus siglas en inglés) relacionado con la eliminación de los misiles balísticos y de crucero nucleares o convencionales cuyo rango de actuación tuviera un alcance medio, de mil a 5 mil 500 kilómetros y corto, de 500 a mil kilómetros.
En la actualidad el INF corre el riesgo de desaparecer, en parte porque Estados Unidos ha hecho caso omiso de lo firmado en el papel en 1987, y se ha empeñado en gastar 300 millones de dólares para construir un escudo antimisiles de la OTAN en el norte de Polonia apenas a 250 kilómetros de Kaliningrado… Territorio ruso.
El mismo Kaliningrado al que el presidente Vladimir Putin ha ordenado fortalecer el sistema de Defensa Aeroespacial apuntándolo, en contraparte, hacia Europa.

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