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24 abril, 2024

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Navidad en Alepo

Más allá de posturas irreconciliables, este año estará marcado por la brutal embestida occidental contra el Estado Islámico, numen del terrorismo universal, y la barbarie extendida a Alepo, la ciudad devastada por diversas fuerzas destructivas, en un océano de arena que exhibe la peor de las barbaries en un mundo mal calificado; no puede hablarse de civilización cuando se destruye lo ajeno bajo el pretexto de asegurar la seguridad de las potencias mundiales y su respectiva expansión.

No se olvide que el brutal flagelo del terrorismo es consecuencia, por desgracia, de otro fenómeno todavía peor: el dominio militar y económico de los fuertes que pasan encima de las soberanías ajenas, mancillan a otras razas, persiguen a los emigrantes y laceran a quienes han ultrajado, una y otra vez. Tal es la respuesta a quienes preguntan por qué el mundo odia a los Estados Unidos; y se lo cuestionan hasta los propios analistas estadounidenses quienes han optado por encontrar estos orígenes.

Alepo es el mundo de hoy; despiadado, semidestruido, en ruinas. Una imagen dantesca que se antepone a nuestra torpe creencia de la paz interior en esta Navidad o en cualquier espacio de tiempo; no puede ser así mientras nos alzamos de hombros ante las tragedias contemporáneas en lo que puede sr inicio de una nueva, indeseable, conflagración universal, esta vez bajo dos bandos: los ricos insolentes y los pobres llenos de rencor.

Las redes sociales –lo repito– son el mejor instrumento para la comunicación en un mundo cubierto por las barricadas del poder. Por desgracia, miles de usuarios las han hecho plataformas para sus desfogues personales, la exaltación de la envidia y la manifestación más oscura de sus conciencias, tales como la misoginia, la homofobia, el egoísmo, la intolerancia, partidista o personal, y hasta las amenazas de muerte como si se tratase, en muchos casos, de tentativas de homicidio.

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