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23 abril, 2024

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El silencio de los cancunenses

En los años 80, más en los 70 y todavía en los 90, Quintana Roo era sólo Cancún para el país y sobre todo, para los mercados extranjeros -ni siquiera la ciudad, únicamente el destino turístico-.

En los años 80, más en los 70 y todavía en los 90, Quintana Roo era sólo Cancún para el país y sobre todo, para los mercados extranjeros -ni siquiera la ciudad, únicamente el destino turístico-. Hoy, en cambio, parte de la población de México está pendiente de lo que ha pasado y pasa aquí, una vez que la realidad desbordó al discurso tradicional de “no escupir para arriba”, aunque estuviéramos ya con “el agua hasta el cuello” desde que inició este siglo.

Hace más de 10 años todavía podía creerse que Quintana Roo era multiplicador de empleos y derrama económica. Que era, se decía, el “sueño mexicano” para la gente que buscaba mejores condiciones de vida.

Ya no. 

Quintana Roo ocupa, ahora, los primeros lugares a nivel nacional en impunidad, corrupción y, por tanto, en deuda pública; también en violencia familiar, crímenes ambientales, violaciones y, año con año, va escalando en los índices de desempleo, pobreza y hambre. 

Del “paraíso” no quedan ni las playas, únicas en el mundo, que tardaron miles de años en formarse y bastaron cuatro décadas para que se perdieran, sepultadas por la corrupción e impunidad que permitió el asentamiento de cientos de hoteles sobre las dunas costeras. Nadie, entonces, dijo nada.

Ya no hay razones para el silencio. De demandar, y gritar si es necesario, depende que los responsables del sobre-endeudamiento y despojo, no queden impunes. “La justicia no se logra con un borrón y cuenta nueva”, se lee en el perfil de muchas y muchos ciudadanos que han empezado a manifestarse en las redes sociales, después de haber exigido justicia a gritos durante el primer mensaje de Carlos Joaquín como gobernador. ¿Cumplirá? De nosotros depende.

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