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25 abril, 2024

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Construcción de las escuelas

Un enorme boquete deja la escuela Rebsamén en las conciencias de los mexicanos, más allá del malogrado evento, de una invención del rescate de una alumna de nombre “Frida Sofía” y de que haya tenido cautivo el corazón de millones de mexicanos, al esperar el momento de su verás rescate, deja una pregunta latente en todos: ¿Qué clase de seguridad material ofrece la escuela a los niños mexicanos?

El tema de las escuelas viene a caer como un balde de agua fría, por un lado, la falta de infraestructura que el gobierno es incapaz de ofrecer a todos los niños y jóvenes estudiantes de este país, ha llevado a permitir que la iniciativa privada genere centros educativos alternativos para los padres, ofreciéndose bajo la idea de tener una mejor nivel académico, mejor atención y una garantía de seguridad absoluta para quienes formen su matrícula.

Sin embargo, la realidad es otra, y se puede palpar en nuestra ciudad: escuelas que cobran cantidades asombrosas para educar a tus hijos, y que ofrecen espacios pequeños donde ellos puedan aprender, salones atestados de chicos, donde los docentes son incapaces de recorrer los pasillos entre banca y banca por carecer de extensión espacial; escuelas donde sólo existen cuatro a cinco baños para cada sexo, teniendo una población mayor de 300 alumnos; escuelas que ofrecen patios minúsculos donde los estudiantes no puedan sacar adecuadamente sus energías e ímpetus en cada descanso; escuelas que tienen pasillos diminutos, ventanales pequeños y filtraciones penetrantes cuando llueve; escuelas que presumen tener aires acondicionados para paliar el problema del calor, y que se encuentran en estados derruidos, haciendo excesivo ruido y enfriando poco el ambiente, y podríamos seguir enlistando problemas de las escuelas.

Pero más allá de ello, lo interesante es que muchas de ellas fueron creadas a partir de edificaciones ya establecidas que fungían como casas habitacionales y que con el tiempo fueron ampliadas y modificadas, en otros casos fueron establecidas a partir de nuevas construcciones pero, ¿realmente garantizan un techo firme y seguro para los chicos mientras estudian? Bien es sabido que hay muchas formas de obtener permisos, el ejemplo claro se tiene en el Colegio Rebsamén, que al parecer tenía permisos apócrifos, que no tenía una correcta fiscalización y que finalmente terminó en una espantosa tragedia.

La culpa no sólo es de las autoridades por su falta de control real sobre las construcciones y sus permisos, la culpa también la tienen en gran medida los padres, que inscriben a sus hijos en colegios que no merecen tener el apelativo tal. Muchos padres meten a sus hijos a ciertas escuelas, con la idea de que la pase bien, de que conozca muchos amigos, que socialicen, sin importarle si las instalaciones son las adecuadas, si hay seguridad en la vida de su retoño; nunca verifican si hay salidas de emergencia, si cuenta con los permisos adecuados, si tiene todo lo que permitiría que los chicos sobrevivan a una tragedia.

Son los padres los que deben exigir, convirtiéndose en fiscalizadores y evitando que quienes no hacen su trabajo en el gobierno, se vean presionados a hacerlo. Más vale prevenir que lamentar ¿Qué opina usted?

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